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domingo, 26 de junio de 2016

Las Gemelas


La bonita y dulce vida de los Foster parecía una historia feliz sacada de un cuento de hadas. Marlene y Stuart, eran una joven pareja de recién casados, con futuros prometedores. Los 2 primeros años en la relación transcurrieron de una forma plena y mágica, viviendo su idilio de amor. Para el otoño de ese mismo año, a los pocos meses del aniversario, una noticia inesperada los sorprendió, la bendición de la concepción tocó su puerta y por partida doble, Marlene se encontraba en estado,  a la espera de gemelas.
Los siguientes meses fueron llenos de alegría y mucha emoción en la familia, todos anhelaban con ansias la llegada de las gemelas Mariana y Scarleth. Un sábado común se convirtió en día de júbilo, Marlene rompía fuente, las niñas por fin decidían ver la luz de un mundo que las esperaba con los brazos abiertos. La belleza de sus bebes cautivaba a primera vista, a medida que los días avanzaban su encanto parecía ir en aumento al igual que la felicidad de sus orgullosos padres que recibían a 2 maravillosos regalos de Dios.
6 años pasaron en un abrir y cerrar de ojos, Mariana y Scarleth se volvieron un par de niñas hermosas. El tiempo de la escuela ha llegado, las gemelas deben cruzar la avenida cada mañana para asistir al colegio, Marlene con sumo cuidado se encarga de llevar a sus hijas tomadas de la mano, es una carretera muy peligrosa, por lo que tienen prohibido cruzar solas. Sin embargo ese martes a las 7:00 am, la tragedia con sus garras inescrupulosas,  rondaba en la esquina, acechando con descaro sin que nadie lo imaginara. Su madre había logrado establecer un estatus profesional, convirtiéndose en una reconocida abogada de talla internacional, el trabajo por más que lo evitará copaba su tiempo, caminaba junto a las niñas en dirección a la escuela, pero una llamada importante la distrajo, al jefe le urgía verla de inmediato en el bufete, Marlene se entretuvo en el teléfono y por un momento se olvidó de las niñas, fue los gritos de la gente lo que llamo su atención, un espantoso accidente acababa de ocurrir, con profundo pánico se percató que sus hijas no estaban junto a ella, entonces corrió de prisa a mirar entre la curiosa multitud que se acercaban para ver lo que sucedía, el celular cayó al suelo y luego Marlene le siguió, quería morirse, si la tierra podía tragársela ojalá lo hiciera en ese instante, sus ojos ahogados en lágrimas observaron cómo Mariana y Scarleth yacían tiradas en la calle, un camión las atropelló a mitad de la avenida, las gemelas desobedecieron a su madre que por estar al teléfono no se dio cuenta cuando las niñas quisieron atravesar la carretera, fue en vano todo lo que chófer del tráiler intento para esquivar a las pequeñas, el impacto fulminante les arrebató la vida a las dos.
La amarga tragedia marco su matrimonio y a toda la familia, pero sobre todo a Marlene quien no podía superar esa irreparable pérdida, la imagen de sus hijas ensangrentadas en medio de la calle no la dejaba conciliar el sueño, el recuerdo de las gemelas estaba presente a sol y sombra, podía verlas a donde quiera iba, las le niñas gritaban, reprochando siempre que por su culpa estaban muertas, mientras una enorme cantidad de sangre comenzaba a salir de sus bocas.
Cuando Marlene se hallaba al borde de la locura y el matrimonio casi colapsaba, el tiempo fue el único consuelo para apaciguar la tristeza, 3 años después de perder a sus hijas, el destino les obsequio una razón para volver a sonreír, Marlene una vez más estaba embarazada de gemelas.
Aunque había superado las horribles visiones que la aquejaban, nunca olvidaría a sus niñas. Tras la llegada de Yuvana y Juliana las otras gemelas, la vida de Marlene podría acomodarse de nuevo, sin embargo cada día que pasaba las pequeñas tenían un parecido abrumador a sus hijas muertas, para sus padres era una tortura ver el parecido a sus hermanas, pero eso sólo les recordaba el doloroso pasado y los hacia caer en cuenta de que debían proteger a las niñas de todo mal. Cuando cumplieron 6 años Yuvana y Juliana eran una copia al carbón de Mariana y Scarleth, algo que a veces atemorizaba un tanto a su madre, porque su peor temor era no poder proteger a las gemelas.
Un sábado por la tarde, las niñas jugaban en el patio, Marlene preparaba la cena sin perderlas de vista ni un segundo, el teléfono de la sala sonó insistentemente haciendo que Marlene dejará de lado la comida para atender, al concluir la llamada, regresó de inmediato a la cocina, sus ojos lucieron desorbitados de pánico, cuando miro por la ventana que las gemelas ya no estaban, angustiada salió a la calle gritando el nombre de las niñas de forma reiterada, para su alivio se encontraban paradas a un lado de la carretera, a Marlene le fue inevitable soltar el llanto ante lo preocupada que estuvo. Abrazo a las niñas que miraban fijamente la calle, su mama inquieta les pedía que jamás salieran solas a la avenida.

     Tranquila mami, no íbamos cruzar, tan sólo queríamos saber dónde morimos.

Esa respuesta la dejó helada, los ojos de las gemelas empezaron a derramar sangre, sus pulcros vestidos se cubrieron de tierra y asfalto y las manos de Marlene fueron salpicadas por la sangre de las pequeñas, de repente se vio rodeada por las miradas de la gente, quienes apreciaban su dolor, una pobre madre cargando a sus niñas muertas, su  realidad se desplomó como un cristal roto en mil pedazos, su mente mezclaba los recuerdos del pasado con una vida ficticia que ella misma en su cabeza se inventó.

Perder a sus hijas fue algo que no pudo superar, Marlene terminó desquiciada entre cuatro paredes sintiendo la gran culpa, por no cuidar a Mariana y Scarleth, aunque nunca está sola, las gemelas siempre la acompañan.

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