Joseph Y Nathan Phillips 2 niños ricos acostumbrados a tener lo que deseaban, para ellos no existía un “NO” por respuesta, sus padres Martha y Harold Phillips cumplían todos sus caprichos, a cambio solo querían que destacaran en sus estudios, graduarse con honores en la mejor universidad del país y triunfar en su área, sin embargo hay troncos imposibles de enderezar, Joseph y Nathan crecieron con el mundo a sus pies, obtenían las cosas de la manera fácil, siendo unos idiotas sin valores ni educación.
Al terminar la primavera, tanto Nathan el menor en la facultad de medicina como Joseph el mayor en la facultad de derecho, acabaron otro semestre con materias reprobadas, por lo que Harold cansado de la pésima aptitud de los chicos decidió tomar medidas drásticas aun con la negativa de su esposa, les daría una lección que sirviera de escarmiento a sus consentidos y malcriados hijos. El típico fin de semana de sexo fiesta y alcohol para los hermanos concluyo con amargura y humillación al ser expulsados del club donde solian reunirse entre amigos porque sus tarjetas no tenían fondos, todas sus cuentas fueron congeladas dejándolos sin un centavo. A partir de ahí la relación entre padre e hijos que pendía de un hilo se desmorono por completo y aunque Martha era inocente de los actos de su esposo también la culparon por lo ocurrido, ambos se marcharon de casa y nadie los volvió a ver. .
3 años pasaron desde la última vez que Harold y Martha tuvieron noticias de sus hijos, un día cualquiera alguien toco a la puerta y entonces allí estaban Joseph y Nathan con una enorme sonrisa de oreja a oreja, en cuestión de días fue como si sus diferencias hubieran quedado en el pasado, Los Phillips anunciaron una gran fiesta para celebrar el regreso de sus amados hijos. Amigos, familiares y miles invitados de la alta sociedad se alistaban para asistir a la fiesta del año. La noche llego con trajes elegantes y autos finos desfilando por el club más exclusivo de la ciudad, sin embargo Harold y Martha Phillips los organizadores del evento debieron ausentarse por estar de viaje atendiendo asuntos de negocios aunque se harían presentes más tarde. Los homenajeados de la noche disfrutaban del agasajo en su honor, Joseph compartía junto a Katherine su ex novia, Mark y Lucia, viejos amigos de la facultad quienes se habían convertido en profesionales de la medicina. Por su parte Nathan tomaba una copa con Mathias, su único amigo desde la niñez, jamás les preguntaron dónde estuvieron todo ese tiempo ni ellos tampoco contaron que sucedió con sus vidas, ciertamente eso ahora no tenía importancia, sus padres y el círculo de allegados quedaron encantados al apreciar el impresionante cambio, esos muchachos ya no eran ni la sombra de los tipos creídos y ególatras que una vez fueron, sino que todo lo contrario, lucían maduros, amables y centrados en sus vidas.
Llegada la media noche la fiesta estaba en su punto de ebullición, entonces de forma repentina las luces se apagaron sin ninguna explicación, los invitados no comprendían que sucedía, era inexplicable como un sitio tan prestigioso sufriera semejante problema si contaban con sus propias plantas eléctricas, de repente una copa cayó al suelo, apenas se podía mirar entre la gente con la poca iluminación que brindaban las luces de emergencia, unos gritos vinieron después, cuando Lucia vio como Mark caía al suelo sangrando abundantemente, el desespero se hizo presente, un disparo al que luego le siguieron dos, tres hasta que una ráfaga de balas apareció en el gran salón, alcanzando a varios desafortunados que eran atrapados por la lluvia de proyectiles que no cesaban, en medio del alboroto unos tropezaban con otros obstruyéndose el paso sin saber dónde cubrirse. En ese instante Joseph se olvidó de todos lo demás, para él lo único importante era proteger a Katherine a quien tomo de la mano y corrió como nunca lo hizo, intentando esquivar unas balas que aun no sabía de donde provenían. Los desafortunados invitados buscaban la salida sin éxito, aquel club donde tantas fiestas y alegrías se celebraron se convirtió en una jaula de la muerte de la que nadie podía escapar, Joseph logro esconder a Katherine en uno de los baños y le pidió que se quedara allí mientras el daba con alguna salida. Los minutos pasaron convirtiéndose en eternas horas de llanto y aullidos desgarradores de pánico y dolor. Los perpetradores por fin se mostraban, sus trajes no desentonaban con la ropa usada por los invitados solo que sus rostros estaban cubiertos por mascaras. El arsenal que traían consigo era suficiente para acabar con media ciudad.
El alcalde su esposa e hijos fueron también terminaron acorralados por los sujetos, en cuestión de segundos ardieron como malvaviscos asados por un lanzallamas que les arrebató la vida de manera cruel y despiadada, Lucia se ocultó debajo de una mesa de bocadillos junto a otras personas, solo para observar como poco a poco cada uno de ellos eran halados hacia fuera y posteriormente asesinados vilmente, entre rezos y suplicabas a Dios pedía un milagro que detuviera esa masacre antes que tocara su turno, pero lamentablemente aquello no evito que compartiera el destino final que los demás antes de ella, sintió como unas manos la sujetaban de sus pies arrastrándola por el piso y cuando se cansaron de hacerla sufrir sin piedad atravesaron su cabeza con un enorme machete.
Katherine que seguía escondida en el baño esperando el retorno de Joseph, al escuchar que el tiroteo se detuvo se armó de valor para salir de allí, avanzando de prisa al pasillo que llevaba a la cocina principal, para su sorpresa los cocineros tampoco se perdieron el festín de la noche, ahí solo encontró sangre y cuerpos tirados en el suelo. En un minuto de lucidez trato de abrir el baño de la cocina con la ilusión de conseguir una ventana por donde poder escapar, aunque la puerta parecía trabada no desistió de su lucha, ayudándose con utensilios que le permitieron abrirla, sin embargo hubiera preferido mil veces no hacerlo, dos cuerpos cayeron ante ella, eran los cadáveres de Harold y Marta Phillips quienes fueron degollados a sangre fría. La puerta de la cocina se abrió dando paso a 2 de los individuos que ingresaron armados con una ballesta y rifle de asalto, al verse sin salida Katherine comenzó a lanzarles cucharas, ollas, platos y todo lo que tuviera a su alcance, pero nada de eso impidió que los sujetos se acercaran con risas de burla, ella corrió intentando pasar sobre ellos, el que llevaba la ballesta le dio un golpe al estómago que la mando al piso, sin embargo continuo arrastrándose como pudo, hasta tropezar con los zapatos de otro de los asesinos quien entraba a la cocina, este la levanto del suelo y acaricio su pelo, Katherine en un último intento de supervivencia le lanzo una bofetada que solo le arranco su máscara, al ver eso sus dos compañeros también se quitaron las suyas dejando su rostro al descubierto, mientras el tipo que sujetaba a Katherine saco de su bolsillo un cuchillo y no se lo pensó dos veces para actuar.
Nada les sabia más excitante y placentero que cortar de a poco una garganta, sintiendo a cada segundo como el filo del cuchillo violaba la delicadeza de esa piel de turno, sumergiéndose en su fina carne y abriendo a su paso una herida mortal que salpicaba de sangre el sucio sadismo de unas almas malditas que solo se relamían los labios de gozo al quitar otra vida, que con agonía y sufrimiento moría víctima de aquellos seres despiadados que así alimentaban sus infernales instintos. Katherine sintió como su vida se apagaba con lágrimas en los ojos, asombro y decepción en su último aliento, alcanzo a decir “TE AMO” al hombre que más amaba, Joseph Phillips el mismo que sin un mínimo remordimiento cortaba su cuello.
— Con ella, ya hemos terminado, ¿cierto? (Pregunto Mathias, uno de los asesinos)
— ¡No!, de hecho todavía nos falta alguien más. (Respondió Nathan)
Y sin darle tiempo a reaccionar disparo una flecha directo al corazón de Mathias, su amigo de toda la vida y el único que les tendió la mano cuando más lo necesitaban, el que les dio comida, dinero y un refugio donde habitar, hibernando como osos que nunca durmieron, solo se dedicaron a planear minuciosamente su regreso y una sangrienta venganza.
Al amanecer cuando la luz del nuevo día ilumino la ciudad, las autoridades solo encontraron esa espantosa escena del crimen, cuerpos por doquier en una matanza que arrasó con centenares de personas, pero nunca dieron con los responsables, los hermanos Phillips volvieron a desaparecer sin dejar rastro, ya no se trataba simplemente de una venganza, habían conseguido su pasatiempo deliciosamente pervertido, siempre carecieron de sentimientos pero cuando fueron prácticamente desterrados por su padre sus corazones albergaron odio y maldad, convirtiéndose en criaturas salvajes que solo querían derramar sangre y apenas comenzaban.