domingo, 21 de agosto de 2016

El Silbón


Su viejo reloj marcaba las 2:22 am, extrañamente parecía haberse detenido, así que quizás ya era mucho más tarde. Dereck iba muy pasado de tragos, la ruptura de su matrimonio lo llevo a tomar descontroladamente, había logrado superar su problema de alcoholismo, pasando más de un año sobrio pero los últimos acontecimientos lo hicieron caer de nuevo en la bebida,  esa noche consumió demasiado y ni siquiera recordaba como llego hasta ahí, confundido y sin respuestas se preguntaba así mismo, ¿Qué diablos hacia allí?
Nada tenía que buscar en una calle tan solitaria y vacía, aquel lugar era desconocido para él, inexplicablemente se encontraba lejos de su casa.
Observo alrededor un cielo plagado de nubes negras y relámpagos, era un presagio de que el fuerte aguacero se avecinaba, debía darse prisa o terminaría empapado, deseaba alejarse de ese tétrico sitio lo más pronto posible, aunque no sabía a donde ir, toda la cuadra estaba oscura, con un silencio inusual que en nada colaboraba y no entendía la sensación de inquietud que le embargaba.
Entonces se apresuró caminando a paso firme hacia el norte, de repente oyó un ruido que no supo de dónde provenía, como una especie de pitido que retumbó  en sus oídos, era un silbido ensordecedor que se regaba en el aire con un eco espantoso que le estremecía la piel. Dereck intento mantener la compostura pensando que no había razón para desesperarse, el abundante alcohol en su sangre quizás le hacía imaginarse cosas jugándole una mala pasada, continúo avanzando, sin embargo a medida que iba alejándose el horrible sonido seguía escuchándose, como si fuese detrás de él siguiendo sus pasos. Contrariado sin comprender lo que sucedía, respiro hondo y se dio la vuelta echando un vistazo, para descubrir el origen de aquel extraño ruido, pero no vio más que una calle desolada y sombría, con los autos estacionados en los garajes de sus casas.
Cerro sus ojos esperanzado en que al abrirlos nada fuese real, pero al instante que los abrió para su mala fortuna supo que se trataba de una espeluznante realidad, por unos escasos segundos miro a lo lejos entre los arboles de la calle, observando una silueta opaca que se asomaba entre los matorrales. Comenzó a caminar de forma rápida, casi corriendo, mientras el sonido se acercaba cada vez más. Durante su caminata varias veces giro un momento para mirar en medio de la oscuridad, esperando tener suerte por fin para ver de dónde venía ese silbido infernal, aunque cada vez el resultado solía ser el mismo, solo veía el tenue color de la noche y una horripilante silueta que se asomaba oculta entre cualquier cosa.
A Dereck ya no le quedaban dudas, aquella figura fantasmal era la responsable del silbido de ultratumba que venía atormentándolo lentamente y que poco a poco comenzaba a aumentar en intensidad, subiendo gradualmente el volumen, su cabeza era quien sufría los estragos de un ruido siniestro que amenazaba la tranquilidad de su mente, logrando que su cordura se debilitara y despertando la locura. El silbón realizaba sin parar su tonada diabólica esparciéndola a todos lados, desde cada rincón Dereck no paraba de oír ese silbido, convencido de que nada fue producto de su imaginación ni las botellas de whisky que bebió, empezó a correr como nunca lo había hecho hasta ese momento. Mientras corría, no dejaba de observar ese tenebroso individuo, en todas partes aparecía probando la resistencia de un pobre Dereck que se hallaba casi al borde de la demencia, por más que huía no podía librarse de aquel espectro, lo veía parado en los techos de algunas casas, dentro de los autos y sobre las copas de los árboles. El joven un tanto cansado, sin fuerzas físicas ni mentales fue sucumbiendo ante el terror malévolo que congelaba cada centímetro de su cuerpo, de pronto tropezó con un pedazo de madera y cayó al piso sobre sus manos. Cuando quiso levantarse, alzando la mirada pero allí estaba frente a él, una larga y etérea silueta que sujetaba un saco grande chorreando gotas de líquido espeso, por lo que Dereck entendió que se trataba de sangre, el cuerpo de ese monstruo era flaco y huesudo, por primera vez detuvo su silbido, cambiándolo por una risa de burla, sonreía mirándolo fijamente con unos ojos brillantes como las mismas llamas del averno. El susto que le provoco mirar aquella criatura borro los efectos del alcohol,  sin embargo a Dereck no le importaba si el mismo diablo lo visitaba, no estaba dispuesto a morir sin antes luchar. Después de saborear el miedo en el rostro de Dereck ese demonio volvió a silbar con mayor intensidad que el joven no tuvo más remedio que tomar el tronco de madera que lo había hecho caer, sin pensarlo dos veces lo metió en cada uno de sus oídos con tanta fuerza, que apuñalo sus tímpanos, destrozando su audición en medio de gritos de dolor. En ese instante la lluvia empezó a caer cuando vio a su alrededor noto que el fantasma se había desvanecido, fatigado por la sangre que salía de sus oídos, se dirigió a una casona abandonada que uso como refugio mientras la lluvia cesaba.
Logró dormirse por un instante, pero despertó sobresaltado y muy empapado por la lluvia que lo alcanzo. Afuera caía una tormenta estrepitosa. Las gotas de agua chocaban contra las ventanas de la casa, pero él no podía escuchar ningún ruido, Dereck aún no daba crédito a lo que acababa de vivir, se levantó del suelo y caminó hasta la puerta, bajo las escaleras. En ese momento lo escuchó de nuevo; aquel maldito sonido que parecía sacado del infierno. Dereck Se quedó parado, en medio de la escalera, totalmente petrificado por el miedo, ¡era imposible! sus oídos seguían derramando sangre, los ojos lucían sobresaltados con la mirada perdida, atrapado en la soledad de esa casona y sus glándulas sudoríparas producían un sudor frío que bajaba por su rostro, el corazón quería salirse del pecho. Cuando un relámpago iluminó la sala, fueron suficientes unos segundos para que sus ojos lo apreciaran. Después de un rato congelado como una estatua sus piernas le respondieron, subió las escaleras regresando a donde se encontraba antes. Como pudo tranco la puerta y se recostó contra ella aprisionando con los brazos sus orejas, desquiciado y envuelto en lágrimas mientras ese silbido diabólico le retumbaba en la cabeza, aunque sus tímpanos se encontraban hecho trizas y no podía percibir otro ruido, aquello no fue suficiente para acallar el silbido que lo atormentaba. Sus gritos enloquecidos se mezclaban con los truenos y centellas que caían del cielo.

Su cuerpo fue encontrado luego por la policía, debido a las denuncias de los vecinos por el fuerte olor que salía de la casona.
Intrigado por la escena James León el detective encargado del caso dijo al forense:

-       ¡Háblame de la víctima!, ¿Cómo Murió?
-       Es un hombre de 30 años. Su nombre era Dereck Marte. Sufrió un ataque de pánico, que le produjo un derrame cerebral, producto de una sobredosis de alcohol y medicamentos antidepresivos. También parece que se destrozó los tímpanos con algún objeto.
-       ¡Oh Dios Mío! –  (exclamo el detective) es insólito que una persona haga algo como eso.

¡Caso cerrado!, su trabajo concluía allí, miro el reloj que para sorpresa suya se había detenido a las 10:10 pm, escucho un silbido a lo lejos de la calle, sin embargo James León no le dio importancia, subió a su auto y se marchó.