martes, 29 de marzo de 2016

La Última Foto de Zacarías


Su cámara no paraba de capturar imágenes, tomando fotos aquí y allá, entre el cielo azul y el ancho mar, aquel paisaje que le rodeaba lucia verdaderamente hermoso. 3 días pasaron desde que zarpo las aguas en busca de paisajes sin iguales, para que perduraran por siempre en una simple foto, llenando la vista de sus admiradores. La nueva colección de fotografías reuniría lo mejor de la naturaleza en el mundo. Zacarías Scott, un fotógrafo apasionado por el trabajo y casado con la lente de su cámara, llevaba a cabo su labor completamente solo, en las montañas, islas desiertas y lugares remotos, siempre vivía en contacto directo con la naturaleza.
Esta vez Zacarías se dirigía a una isla cerca del pacifico, donde podría fotografiar, el espectacular ambiente paradisíaco y un sinfín de animales de distintas razas y especies que habitaban allí. Con las provisiones pertinentes y el equipo necesario para poder trabajar sin problemas, después de navegar unos días consiguió recalar en la isla que sería escenario para la sesión fotográfica. Sus ojos quedaban maravillados con tanta belleza natural, el tiempo que pasaría en la isla sí que valdría la pena, luego de un breve recorrido por los alrededores del lugar y unas cuantas fotos, decidió empezar de lleno su trabajo y adentrarse en la isla.
Tucanes, ñandús, aves de todo tipo y colores, monos capuchinos, koalas y perezas, eran parte de la fauna que observaba en medio de la caminata. Se detuvo a tomar un par de fotografías, estaba tan concentrado en que quedaran perfectas, que se olvidaba de todo lo demás, entonces noto una sombra peculiar que se mecía sobre los árboles, pero cuando miro arriba no había nada ya, debían ser los monos que paseaban de una rama a otra, eso pensó y continuo en lo suyo, sin embargo al cabo de un rato, una sombra quizás más grande que la anterior volvía a interrumpirle, pasando muy rápido detrás suyo, lo que fuera iba a toda velocidad, aunque lo único que a él le preocupaba es que se hiciera de noche y no poder seguir recopilando el espectáculo de flora y vida salvaje del que ahora disfrutaba, por ello se apresuró para seguir recorriendo y fotografiando todo sin fijarse en aquello.
Cuando llego la noche, fue momento de encontrar un buen sitio donde montar su carpa y por fin descansar, el trajín del día lo hizo dormirse enseguida, pero su sueño tranquilo fue desplazado a mitad de la noche, por ruidos extraños de varios animales, encendió una lámpara para alumbrar y echar un vistazo, aunque no alcanzo a ver nada entre la maleza, sin embargo al apagar la luz los mismos ruidos se repitieron pero en esta ocasión parecían más cerca que antes. Zacarías estaba más que acostumbrado a los lugares solitarios y a las noches sombrías, era un hombre que no temía a nada porque en nada creía, para él lo único real en el mundo es lo que podía apreciar, lo demás eran cuentos de caminos y muchas falsas historias de cosas sobrenaturales, por lo que esos ruidos no lo desvelarían.
Al día siguiente despertó con ganas y afán de ir un poco más allá, camino tramo abajo por un riachuelo de aguas cristalinas que lo condujo a una cueva repleta de insectos y murciélagos que a su llegada formaron un tremendo aleteo y volaron lejos de ahí. En las paredes de la cueva habían montones de jeroglíficos y figuras abstractas que cualquiera diría que fueron hechas con sangre, su pequeña suposición tal vez no era muy errónea, casi se le salen los ojos de la impresión con el deshuesadero que tenía frente a él, cráneos y restos humanos yacían en el fondo de la cueva. Casi por instinto salió huyendo de la cueva y corrió sin detenerse hasta sentir que se quedaba sin fuerzas. De repente se dio cuenta que se alejó más de lo debido y quiso regresar, pero el sol parecía ocultarse, aunque seguía siendo de día, fue allí que pudo fijarse en las sombras que iban y venían en lo alto de los árboles, es como si giraran en torno a él, por primera vez Zacarías se sintió un tanto desesperado, comenzó a mirar algo desorientado, viendo como las plantas y todo alrededor le daba vueltas, tenía la sensación que lo observaban de todas partes y en medio de su descontrol acciono sin querer la cámara, tomándose el mismo una foto, aquella destellante luz del flash pareció sacarle del trance, porque logró reaccionar y mantener la compostura, entonces pudo apelar a su temple de acero y correr hacia el lado norte de la isla, sin embargo por más que avanzaba, las sombras tenebrosas le seguían la pista, no había manera de que lo abandonaran, pero Zacarías no se detuvo hasta desmoronarse producto del gran esfuerzo físico en su fallido intento de huida, la cámara cayó a un lado mientras su cuerpo inconsciente quedo tirado en el suelo.
Zacarías despertó fatigado y sintiendo dolores terribles en su pierna derecha y parte del abdomen, cuando abrió los ojos se halló dentro de la cueva en la que estuvo antes, una fogata se encontraba encendida y unas criaturas danzaban en círculos, que cosas más feas bailaban frente a él, de dientes dañados, la piel era oscura, quizás por barro o pintura, todos tenían un solo ojo y una cabeza  puntiaguda, con orejas grandes y cuerpos flacos, en las manos cada uno contaba con una garra afilada encima de la muñeca, al estilo de los dinosaurios carnívoros, Zacarías termino llorando preso del pánico más grande que pudiera imaginar, tantas veces se decía así mismo lo valiente que era, pero por dentro solo se trataba de un cobarde presumido y muy tarde vino a descubrirlo, la sorpresa más grande de su vida, fue ver que en la fogata una pierna humana daba vueltas sobre el fuego,  por fin comprendió que compartiría el desenlace cruel de esa gente, cuyos huesos descansaban en la cueva, su pierna derecha fue amputada y la carne del abdomen rebanada como un filete de carne cualquiera, a eso debía el agónico dolor, en ese instante recordó con impotencia que si tan solo fuese aceptado que otras personas lo acompañaran en su expedición no terminaría como alimento de esas cosas grotescas que habitan la isla. Una de las criaturas se acercó hasta él, alzo la mano y apunto su garra a la cabeza de Zacarías como si de una lanza se tratara, las lágrimas corrían por su mejilla y cerró sus ojos sabiendo el destino que se avecinaba.

El día pautado el yate encargado de recogerlo desembarco en la isla, pero no hubo rastro de Zacarías, empezando una búsqueda que perduró día y noche por más de una semana, pero el resultado fue el mismo, lo único que pudieron localizar fue la cámara que siempre lo acompañaba, era como si la isla se lo hubiese tragado, durante su estancia allí, nadie llegó a notar que siempre fueron vigilados desde arriba de los árboles.
Hoy a miles de kilómetros de la isla y casi un año después de su inexplicable desaparición, en la galería de arte los seguidores de Zacarías miran con melancolía las últimas fotografías que fueron tomadas por su cámara, la que más llama la atención de todas, es una auto foto de Zacarías Scott que muestra unas irregulares sombras junto a él, como si alguien o algo se movía rápidamente al momento de tomarla, creando una especie de figuras oscuras en la imagen, para los expertos simplemente es un efecto causado por los rayos solares que se colaban entre los árboles, ojala el fotógrafo pueda volver algún día y contar su propia versión de los hechos, es el deseo compartido de los más fieles admiradores, que aún siguen buscando respuestas en la última foto de Zacarías.

jueves, 24 de marzo de 2016

Las Zapatillas de Amy


Añoraba más que nada en el mundo unas nuevas zapatillas de ballet, cuantas ganas tenía de comprarse otro par, las suyas ya lucían viejas y un tanto desgastadas, pero las prestaciones económicas de su familia se lo impedían y Amy sabía perfectamente que si de verdad las quería, solo ella con su esfuerzo podría obtenerlas, por eso cada tarde al salir de la escuela iba a la tienda de su maestra Nohelia, quien se ofreció a darle algo de dinero, a cambio Amy se encargaría de mantener limpio y ordenado los estantes de su pequeño negocio de antigüedades. Desde niña amo el ballet, en el baile se sentía como pez en el agua, poder bailar para Amy, era motivo de alegría, cada vez que bailaba lograba expresar miles de sentimientos en un simple movimiento, aunque sus padres no contaban con grandes recursos, se las ingeniaron para que Amy estudiara ballet, cada sábado asistía a sus clases, destacando del resto gracias al talento inigualable que poseía, todos decían que verla bailar era casi como presenciar la dulce danza de un ángel. El mayor sueño de Amy siempre había sido protagonizar algún día, el lago de los cisnes, quizás su camino seria largo y difícil, aunque no se daría por vencida hasta alcanzar su meta, contar con unas buenas zapatillas le garantizaban un mejor desenvolvimiento en el escenario, por eso trabajaría duro para recolectar el dinero indicado, que le permitiera comprar esas zapatillas anheladas.
Llevaba dos semanas en la tienda de su querida maestra, ciertamente no era un lugar que recibiera muchas visitas al día, pero Amy se sentía muy animada de saber que allí podría sumar un dinero extra que le sería de gran ayuda, un jueves por la tarde, Nohelia debió salir hacer unas cosas en la calle y Amy quedo a cargo de la tienda, todo marchaba normal, como siempre nadie iba por ahí, sin embargo aquel día fue la excepción, un señor de grandes bigotes tocaba a la puerta, traía una entrega para Nohelia, debía ser el paquete que le menciono el lunes pasado, donde recibiría algunas antigüedades, que por fin llegaba. El hombre acomodo la caja en el sitio que la chica le indico y luego se marchó, Amy en su deber de empleada y también por cierta curiosidad se apresuró abrir el empaque, lo que fuera lo colocaría en uno de los estantes vacíos y así cuando Nohelia regresara le agradaría ver todo organizado, al principio solo vio reliquias sin importancia, varios espejos, candelabros y una vieja lámpara de mesa, sin embargo lo que encontró en el fondo de la caja fue lo que la dejo embelesada, se trataba de unas hermosas zapatillas de ballet rosadas, se veían como nuevas, aunque claramente debían ser muy antiguas.
Tratándose de otra cosa lo primero que Amy fuese hecho, es acomodarlas junto a las demás antigüedades, pero no con unas zapatillas tan perfectas, como iba a dejarlas puestas en un rincón donde nadie las mirara, cuando podía bailar con ellas y mostrarle su encanto al mundo. Había algo más en esas zapatillas que Amy no percibía, era como una fuerza de atracción que la hipnotizaba, aunque estaba mal lo que haría, busco la lista que detallaba lo que el paquete contenía y borro todo rastro de las zapatillas, si alguien merecía ser su dueña era ella, cuando Nohelia volvió se mostró muy satisfecha con el trabajo de Amy al observar todo muy bien ordenado y ni siquiera tuvo la mínima idea de que algo faltaba. Esa noche la gigante emoción de Amy no la dejaba dormir, ansiaba que llegara el sábado para utilizar por primera vez sus nuevas zapatillas.
Justo cuando estaba por bailar ese sábado en la escuela, sus ojos casi se inundan de lágrimas al apreciar un detalle que no vio antes, quedo tan enamorada de aquellas zapatillas que ni noto que eran de un número mayor, ella se negaba a creer que no pudiera usarlas, así que decidió ponérselas aun cuando eran una talla más grande, sin embargo para sorpresa suya y como por arte de magia, las zapatillas se adaptaron al tamaño de su pie, es como si tuvieran vida propia, pero tanto era su deseo de bailar con ellas que ignoro por completo ese increíble suceso que a cualquiera asustaría.
Amy siempre fue excelente bailarina, aunque ahora parecía haber alcanzado la perfección, Diana su profesora de ballet miraba todo con orgullo, cada paso en el escenario, su ritmo de baile y esa estupenda capacidad para aprender casi de inmediato cualquier coreografía, con solo 17 años Amy se había convertido en una bailarina profesional y sus actuaciones así lo demostraban.
El tiempo fue pasando y el éxito llego a su vida, presentaciones por doquier aquí y allá, los aplausos y la admiración de la gente se hicieron costumbre,  pero lo que nadie apreciaba era el cambio radical que Amy empezaba a tener, la bondad de sus ojos comenzó a cambiar por una mirada fría y algo perdida, poco a poco Amy se volvía una bailarina compulsiva, a todas horas y sin importar el lugar su zapatillas no la abandonaban, muchas veces cuando se miró al espejo sintió que su reflejo se movía por sí solo, una extraña sensación de inquietud la fue invadiendo, sin embargo ella opto por callarse todo lo que ocurría y vivir en secreto su agonía, aunque se encontrara sola podría jurar que alguien más la acompañaba, algunas noches despertaba con la inmensa necesidad de colocarse las zapatillas a plena madrugada, su voluntad cedía más y más ante el llamado de esas cosas que le robaban la alegría de su corazón, su vida alcanzo el estrellato y la fama pero con ello también conoció el calvario a flor de piel.
Su sueño finalmente se cumplía, la oportunidad de protagonizar el lago de los Cisnes llego y nada podría empañarle eso, los días previos al evento, Amy mostró haber rebasado el límite de la cordura,  no comió y tampoco dormía, tan solo se dedicó a bailar sin parar, muchos intentaron que entrara en razón pero nada logro hacer que dejara de ensayar una y otra vez. Sábado por la noche, el día esperado por todos, sus familiares y más cercanos amigos asistieron a presenciar el estreno de su ballet. Durante el desarrollo del espectáculo las cosas no podían ir mejor, los asistentes quedaban atrapados ante la magistral presentación de Amy, era una diosa sobre el escenario, ella bailaba entregada a su público, pero más que eso había otra cosa que la impulsaba a bailar, esas zapatillas tenían el control no solo de sus pies sino que también se apoderaron de sus pensamientos, el show casi terminaba sin embargo nada lograba satisfacer el deseo de Amy quien continuo bailando aun cuando debió detenerse, el público contemplaba aquello como si fuese parte del espectáculo, pero para Amy se trataba de algo más, tanto bailo en las últimas semanas que sus piernas eran quienes recibieron la peor parte, cuando su equipo de baile noto que Amy se hallaba fuera de control quisieron detenerla, sin embargo nadie pudo conseguirlo, una fuerza más allá de todos la hacía seguir, bailo y bailo por horas hasta que sus pies comenzaron a sangrar, la gente estaba preocupada, su madre le gritaba que se detuviera, pero sus ojos parecían fuera de órbita, no había poder sobre la tierra que la pudiese contener, Amy solo escuchaba a sus zapatillas que la incitaban a bailar, giro y dio movimientos acompasados hasta que el ritmo de su corazón se detuvo, en aquel escenario Amy cayó al piso muerta ante la mirada perpleja de miles de personas.

El alboroto y los gritos de desespero inundaron el teatro, Nohelia quien fue a ver el acto de su adorada ex alumna y empleada, no daba crédito a lo que veía, en ese instante observo por primera vez las zapatillas que Amy usaba con detenimiento, entre lágrimas reconoció algo familiar en ellas, esas zapatillas eran idénticas a las que durante años fueron motivo de temor en tierras balcánicas, los croatas, polacos y serbios, las llamaban las zapatillas del demonio, aseguraban que su portadora terminaba consumida por el espíritu que las habitaba, pero era una locura por varios meses ella espero que las trajeran a su tienda de antigüedades y nunca llegaron, ¡a menos que!…
Nohelia sintió una culpa terrible sino fuese sido por ella esas cosas nunca habrían caído en las manos de Amy, sin embargo ya era demasiado tarde para lamentos, lo único que podía hacer es recogerlas y guardarlas donde nadie jamás las volviera a ver, cuando los paramédicos se llevaron el cuerpo de Amy las Zapatillas quedaron tiradas en el suelo, Nohelia aprovecho para intentar recogerlas en medio de la multitud, pero en un mínimo descuido desaparecieron sin dejar rastro, Nohelia suspiro derrotada, sabía que la historia se repetiría de nuevo, tan solo encomendó a Dios el alma de la pobre mujer que tuviera en sus manos, las zapatillas del demonio.

sábado, 19 de marzo de 2016

Atrapado en mi Cuerpo


Desperté esa madrugada sintiendo que el aire me faltaba, es como si mis pulmones no me proveían oxígeno, todo me daba vueltas y hasta podría jurar que había algo sujetando mis pies, no sé si fue real o una pesadilla, lo único cierto es que desde aquella noche mi razón juega a engañarme, los malévolos sueño se repiten todas las noches y esa terrible sensación en mi pecho con la que despierto, sintiendo que me falta la respiración y la duda maliciosa que me deja esa pregunta, si realmente lo soñé o aquello de veras sucedía, que diablos pasa, ya ni dormir tranquilo puedo, lograr conciliar el sueño se convirtió en mi más grande travesía.
Me llamo Richard aunque todos suelen decirme Ritchie, jamás he sido el chico popular ni el galán de la escuela, pero ciertamente no puedo quejarme, tengo a mi lado a una bella mujer, mi amada Valentina, daría lo que fuera por ella, siempre dispuesta a quererme en las buenas y las malas, es mi apoyo, mi mejor amiga y también mi aliada. Como olvidar la primera vez que la vi sentada en el parque y yo pasaba por ahí, de idiota camine mientras contemplaba su hermosura y no deje de hacerlo hasta chocar con un poste, tal vez no era mi día, sin embargo se transformó en mi mejor accidente, mientras todos los demás se reían de mí, Valentina corrió ayudarme, de la forma más inesperada entro a mi vida y se volvió mi mundo.
Cuando esas horrendas pesadillas me atacan por las noches, ella no sale de mi mente, es lo único que me mantiene tranquilo, ni en mis sueños me abandona. Ayer abrí mis ojos y algo me estaba mirando, sé que había alguien allí, un olor putrefacto llenaba mi alcoba, quería vomitar pero no pude, quise también gritar y tampoco tuve fuerzas para hacerlo, sus ojos brillaban como dos luceros endemoniados, yacía a un lado de la cama, no se si velaba mi sueños o me asechaba en la oscuridad de la habitación, entonces desperté. ¡Rayos! Estoy enloqueciendo, otra vez volví a soñar, aunque me repito que solo son pesadillas, en el fondo sigo sin encontrar la calma, me inunda el desosiego y la vos en mi cabeza que me dice que nada anda bien.
El cumpleaños de Valentina llego, ese día reinaba el regocijo, baile y bebidas por doquier, yo me olvide de todo lo demás, el resto del mundo dejo de importarme, tan solo deseaba celebrar junto al amor de mi vida sus 22 primaveras, pero creo que se me fue la mano y tome más de la cuenta, caí rendido en un sueño profundo. No sé en qué momento me llevaron al cuarto de Truman, el hermano menor de Valentina, al parecer dormía a mi lado porque podía sentir su respiración, lo que no entendía es por qué los ronquidos se oían como los gruñidos de algún animal, intente moverme para acomodar su cabeza para que cesaran sus tremendos alaridos, sin embargo no pude moverme, ni mis manos ni mi cuerpo reaccionaban, me encontraba paralizado por completo, en aquel instante me sentí prisionero en mi propio cuerpo, aunque nada me sorprendió más que ver al que hasta ese momento creí era mi cuñado, colocarse encima de mí, ¿mis ojos me engañaban?, o de verdad tenía un encuentro cara a cara con el diablo, esos ojos infernales fueron los mismos que noche a noche me vigilaban entre las sombras, poso sus garras en mi pecho y comenzó aruñar mi camisa, sintiendo como la tela se desgarraba al igual que mi piel, en medio de un dolor agonizante yo permanecía inmóvil como piedra, no era capaz de emitir sonidos ni mover musculo alguno. Su aliento podrido me revolvía el estómago, clavo su mirada del averno en mis pobres ojos inertes, aunque tenía total control de mis pensamientos nada podría hacer ante esa cosa siniestra que disfrutaba la tortura que le impartía a mi cuerpo.
Lo siguiente que recuerdo es despertar bruscamente en otro lugar, rodeado por espectros grotescos quienes parados alrededor de la cama me miraban como buitres, parecían querer lo mismo, sus manos si es que así podía llamárseles a los huesos ensangrentados que tenían, deseaban sujetarme y sabe Dios qué harían después, la carne de sus rostros era espantosa y lucia en descomposición, algunos sin ojos y otros con enormes dientes destrozados, solo una vos angelical me saco del trance en que me hallaba, Valentina la luz de mis ojos volvía a iluminarme, rescatándome del infierno.
Un médico la acompañaba, quien me explico lo que según el ocurría, yo padecía de una enfermedad sorprendente pero común, el trastorno del sueño aislado. Quien la sufre mantiene plena conciencia para pensar, sin embargo permanece incapacitado físicamente, padeciendo tales episodios en los momentos previos a dormir o a la hora de despertarse. Para el doctor esa fue la explicación a todos mis males, era normal que tuviese ciertas alucinaciones y hasta imaginara presencias paranormales, sufriendo de aquel trastorno. Para mí las palabras de mi abuela cuando niño nunca fueron más claras, en sus creencias esotéricas siempre decía que los espíritus malignos, las llamadas almas condenadas del infierno nunca descansan en paz, que vagan por el mundo terrenal en busca de recipientes a los cuales poseer, robando el cuerpo de los débiles de mente y apoderándose de ellos.

Para la ciencia mi problema es una enfermedad en la que literalmente estoy despierto, aunque mi cerebro sigue sumergido en el sueño. Lo que ellos nunca entenderán es que soy víctima de mis propios sueños, sé que esas criaturas demoníacas esperan por mí, mi cuerpo es su anhelo y aguardan sigilosamente en las tinieblas, esperando el minuto preciso en que sea más vulnerable, cuando me encuentre vagando en un estado de limbo. Mi maldita disfunción cerebral es mi peor enemiga, nunca podré sacar de mi cabeza la hambrienta mirada del demonio, la próxima noche sé que ahí estará, paciente como siempre, esperando que mis episodios de vigilia se repitan y ansioso saltara sobre mí, aunque pueda abrir los ojos y mirarlo directo a los suyos, mi parálisis corporal me dejara nuevamente a su merced. Si vuelvo a sufrir uno de esos ataques de trastorno del sueño, quizás sueñe que morí o tal vez mientras duerma moriré.

domingo, 13 de marzo de 2016

El Bosque que Perdió los Colores


Hanna vago durante horas por aquel bosque tenebroso que parecía sacado del peor cuento de terror, los árboles habían perdido el verdor, solamente sus ojos miel, esos labios pintados de rojo carmesí y su risada cabellera rojiza eran los únicos matices coloridos que destacaban entre las tétricas sombras de un bosque decadente y teñido por completo de negro. No tenía idea de cómo llego hasta allí, tan solo despertó en medio de una lluvia de cenizas, Anastasia su querida madre debía estar en casa muy preocupada esperando su regreso, todo esto pensaba mientras seguía rondando por los alrededores de ese bosque gris que se mostraba desolado, aunque luego de tanto caminar, a lo lejos se podía escuchar un sollozo, sin dudas alguien lloraba, ella siguió la pista del llanto dirigiéndose al sitio de dónde provenía el sonido, para su sorpresa vio que se trataba de una niña pequeña, sentada al pie de un árbol, con la mirada puesta al cielo lloraba sin parar, observando fijamente las pocas nubes grises regadas en el firmamento, sus lágrimas eran una clara señal de que algo le aquejaba profundamente.
Lilly era el nombre de la niña, quien al ver a la pelirroja pareció tomar un respiro, al igual que Hanna tampoco supo cómo fue a parar al bosque, el desespero le ganaba y rompió en llanto cuando se creyó completamente sola en ese sitio sombrío, hasta que Hanna apareció, esa fue la primera vez en su vida que se veían, Lilly era una infante de 9 años y ella tenía 23, sin embargo lo más llamativo para ambas fue el hecho de que Lilly era Rusa, aunque por fortuna sus padres la llevaban a clases de inglés y así podía comunicarse fácilmente con Hanna, nacida en México pero con residencia en Brooklyn New York, no existían razones lógicas para que dos personas separadas por una distancia tan lejana, con edades y culturas distintas terminaran en el mismo lugar apartado del mundo, sin recordar nada.
La noche empezó a caer silenciosa y oscura, Hanna abrazaba a Lilly que después de mucho llorar por fin dormía, sin embargo ella no podría conciliar el sueño así de fácil, con todas las dudas y cosas que se paseaban por su cabeza, de repente un extraño ruido comenzó a oírse, eran como pesadas cadenas que sonaban arrastradas por la fuerza de alguien o de algo que las halaba a su paso, cada vez el sonido iba en aumento, despertando a Lilly temerosa al escuchar el escándalo, lo que fuera se acercaba en dirección a ellas. En ese instante dos tipos salieron de los arbustos, un hombre joven y otro entrado en años, corrían desesperados, al tiempo que el sonido de las cadenas se aproximaba más y más, cuando vieron a la mujer con la niña les gritaron que huyeran, Hanna y Lilly no sabían que hacer, su mejor alternativa fue seguir a esos hombres.
Su respiración entre cortada y los pasos cada vez más lentos denotaban agotamiento, el precio de avanzar tan rápido empezaba a pasarles factura, pero todos corrieron con aplomo y sin detenerse hasta que pudieron alejarse del espantoso sonido de esas cadenas que les seguían el rastro. Hanna quiso saber si alguno de los sujetos podría decirle donde estaban, pero ni Bruno el hombre joven y tampoco Didier el tipo de más edad podían darle esa respuesta, al igual que ella y Lilly ambos venían de diferentes partes, Bruno era Brasilero y Didier un Sudafricano que emigro muy joven a España. ¡Que locura! cuatro personas que pertenecían a lugares remotos entre si y aun sin embargo se hallaban en el mismo bosque misterioso que parecía haberse quedado sin colores, todo allí lucia sin vida, sin encanto, las ramas de los árboles secos y la tierra manchada de gris con cenizas por doquier cayendo del cielo. Cuando pensaron que podían descansar un poco, el aullido de un lobo les erizo la piel, el canto de la bestia hacía pensar que se encontraba a gran distancia de la roca donde ellos reposaban, sin embargo el zumbido de la brisa helada, vino acompañada por la criatura que casi de manera súbita aparecía en escena como traída por el viento, lo último que Didier sintió fue el ardiente aliento de la muerte respirar en su nuca, Lilly, Hanna y Bruno presenciaron estupefactos, como el animal abría su gigantesca boca, tragándose casi por completo la cabeza del pobre hombre que no tuvo ni tiempo a parpadear.
Aunque morían de miedo, el instinto de supervivencia los hizo seguir, Bruno cargo en sus brazos a Lilly y corrieron hacia lo más alto del bosque, por suerte el sol estaba por salir y después del banquete que la bestia se daría con los restos de Didier quizás no tendrían que preocuparse por la criatura en el resto del día. Subieron al cerro más elevado del bosque, Hanna trataba de controlarse para que la niña no entrara en pánico, no quería que Lilly volviera a llorar. Bruno trato por un momento de analizar cómo llegaron ahí,  explicando que lo último que recordaba es estar cumpliendo su deber en las calles de Rio donde era el brazo de la ley, luego despertó en el bosque, Hanna por su parte viajaba en bus de regreso a México donde su madre Anastasia la esperaba y Lilly les contó que jugaba a los columpios con una de sus amigas y ya después se vio sola en ese horrible sitio, finalmente en el caso de Didier según lo que el propio hombre le había contado a Bruno en los matorrales, repartía pizzas en Madrid antes de terminar en el bosque.
El sol salió y con ello la vista era mejor, pudieron ubicarse y buscar un punto por donde salir de aquel maldito bosque, Bruno localizo una colina a unos ocho o diez kilómetros de allí, estaban cansados pero debían dirigirse hasta allá, una vez que subieran esa colina podrían salir del bosque y pedir ayuda, sin embargo no todo era tan fácil como pintaba, nuevamente el mismo ruido siniestro de las cadenas comenzó a acecharlos,  esa cosa se acerba a ellos y esta vez se movía más rápido, Bruno sabía que no lo lograrían, se detuvo bajando a Lilly y les dijo.

– ¡Corran! – Grito Bruno – sin importar lo que suceda no se detengan hasta llegar a la colina, (hizo una pausa, respiro hondo y siguió diciendo), mientras tanto yo esperare a que eso llegue aquí e intentare hacerle frente.

Hanna resignada ante las palabras de Bruno tomo a Lilly y continúo su carrera, mientras Bruno aguardaba impaciente con un tronco seco en las manos, siendo la única arma improvisada que tenía a su alcance. Por primera vez pudo ver con su ojos a eso que le temían, no sabía cómo describir lo que veía, unas grandes cadenas enrolladas en su cuello, ese monstruo tenía un cuerpo tremendo, unos pies gigantes y garras que sujetaban una enorme lanza ensangrentada, tantos hombres fuertes y despiadados que había enfrentado en su larga carrera de policía, pero nada se comparaba a su nuevo rival, que con un solo manotazo lo arrojo contra unos árboles, llevaba puesto una especie de túnica como la de los frailes y la capucha le cubría la cara, sin embargo alcanzo a ver su cara al tiempo que la lanza de la criatura le atravesaba el pecho, ya entendía porque ocultaba su rostro, con una cara desfigurada y así de fea cualquiera lo haría, Bruno murió con una sonrisa de burla mirando fijamente a los ojos destrozados de su verdugo.
El grito desgarrador de Bruno se oyó perfectamente, Hanna supo enseguida cuál había sido su destino, aunque siguió avanzando como él les dijo junto a Lilly que estaba horrorizada de terror. Sin embargo después de eso las cadenas dejaron de oírse, por fin luego de sentir que se quedaban sin fuerzas llegaron a la colina, pero solo para darse cuenta de la terrible realidad, sin importar cuanto corrieran el resultado sería igual, ese bosque no tenía fin, la colina les mostraba una extensa zona de bosque, cubierto de un paisaje sin colores que se alargaba más allá de lo que su vista alcanzaba a mirar.

En el cuarto de un hospital Anastasia la madre de Hanna llora desconsolada, 3 meses han pasado desde el accidente de su hija y aún sigue en coma manteniendo una lucha entre la vida y la muerte. Al igual que ella, en Rusia cada mañana los padres de Lilly ruegan a Dios para que su niña despierte, ya son 5 meses los que lleva sumergida en el coma que le produjo el fuerte golpe en la cabeza al caerse del columpio en que jugaba. Lo que nadie sabe es que mientras sus cuerpos yacen dormidos y postrados en la cama, sus espíritus abandonan el lecho cayendo presos en el mundo espiritual de los eternos dormidos. Si algo les sucede allí también morirán en la tierra, triste destino de Didier que paso meses en un coma producto de ser arrollado por un camión mientras repartía pizzas, para terminar muriendo de un paro fulminante en el hospital de Madrid, aunque realmente su alma fue devorada por una bestia fantasmal y lo mismo que Bruno el implacable policía de Rio de Janeiro, un tiro en la cabeza lo mando directo a un coma mortal que al final de cuentas mato a su alma en las garras del cazador de sueños.
El diagnostico de Hanna y Lilly es casi idéntico, los médicos no saben a ciencia cierta si volverán a despertar, todos dicen que solo un milagro puede regresarlas, pero ninguno imagina la verdad, lo cierto es que solo depende de ambas, si alguna vez logran salir del bosque que perdió los colores, entonces podrán mirar de nuevo el arcoíris de la vida.

lunes, 7 de marzo de 2016

Camino Sin Final


Él quería salir de la rutina, cansado de los extenuantes días de trabajo y noches tontas entre amigos, donde nunca había algo interesante por hacer más que tomar unas cuantas latas de cerveza y jugar cartas hasta el amanecer. Sin embargo después de tanto planearlo, ese sábado en particular tenía el ingrediente perfecto para convertirse en épico, pues Caroline la chica con la que llevaba tiempo intentando salir al fin terminaba por aceptar una invitación suya, la mesa estaba servida, disfrutarían un par de días en una hermosa playa a las afueras de la ciudad.
Esa mañana arranco cargada de entusiasmo, los ánimos se topaban con las nubes, a Eddy la emoción no le cabía en el pecho, fue a la tienda por bebidas y algo para comer, preparo el equipaje, dio la revisión de costumbre al motor de su mercedes y echo andar la máquina en busca de Caroline, quien lo esperaba en la estación del metro vestida para la ocasión, que cuerpo más divino ¡Que Mujer! Pensaba él para sus adentros al verla, mientras ella lo saludaba con una sonrisa y un tierno beso en la mejilla, al guardar sus maletas, todo estuvo listo para ponerse en marcha.
De camino a las playa cosas iban normal, entre risas, chistes y una conversación amena, aunque el tráfico no ayudaba, al parecer la autopista se hallaba colapsada debido a problemas adelante, por lo que Eddy decidió tomar un desvió, la vieja carretera lo conduciría sin problemas a su destino, a excepción de algunos autos el transito allí era muy fluido, siguió por ese camino y las cosas mejoraron de gran manera, Caroline busco un par de cervezas abrió cada lata, una para Eddy y la otra para ella, encendió la radio y hurgo entre varias estaciones hasta encontrar algo de su agrado, sentía un gusto especial por la música en inglés, en una emisora sonaba The Black Eyed Peas con su éxito The Time, ella subió muy alto el volumen cantando y bailando al ritmo de la música, su espíritu musical contagio a Eddy que enseguida la siguió, haciendo lo mismo al tiempo que conducía, por un momento se olvidó del volante, segundos que bastaron para que se viera sorprendido por un perro y una niña que pedía que la llevaran, Eddy al intentar esquivarlos perdió el control del vehículo saliéndose del camino y por poco se estrella contra un poste de electricidad. Tras recobrar el aliento luego del susto, Eddy miro por el retrovisor, observando a una niña trigueña de quizás unos 11 años, acompañada por un pastor alemán, pensó en pedirle que subiera, sin embargo había un detalle, era alérgico a los perros, así que no subiría a ese animal al auto, mejor continuaba su camino ya que le restaba poco para llegar a la playa.
Pero el tiempo pareció volverse una eternidad,  seguían sin llegar y Caroline comenzaba a impacientarse, la radio pareció descomponerse, no captaba ninguna señal, es como si todas las estaciones dejaron de transmitir, lo único que se alcanzaba a oír era un fastidioso chillido, Eddy no comprendía porque el viaje se alargaba tanto, deberían haber llegado hace rato, pero entre mas avanzaban es como si más largo se hacia el camino y lo extraño es que no volvieron a toparse con otros vehículos, no había el mínimo rastro de civilización.
Por fin después del largo recorrido en medio de una carretera solitaria, pudieron ver una vieja gasolinera donde al fin se detendrían, tal vez se equivocaron de camino y alguien podría guiarlos, pero al contrario para su mala fortuna solo hallaron a un hombre mal educado que escuchaba música con auriculares y que se dedicó a ignorarlos por completo. Enfadados por la situación Caroline y Eddy se marcharon de prisa,  justo cuando iban arrancar vieron a una niña jugando con su perro al lado de la gasolinera, sin dudas se trataba de la misma niña de antes, lo ilógico del caso era pensar en cómo pudo llegar ahí si no vieron a ningún otro automóvil, sin embargo hicieron caso omiso y siguieron su rumbo.
Eddy manejo por un buen tramo en el que tampoco vio nada más en la vía, a esas alturas era mejor seguir avanzando que intentar regresar, en algún punto del camino los celulares volverían a recobrar la señal que perdieron cuando más los necesitaban. A unos metros había un taller en el que se detuvieron a preguntar, sin embargo fue igual que en la estación de gasolina, tres hombres que trabajaban arreglando unos automóviles los ignoraron de una forma grosera, incluso tropezaron varias veces con ellos, sin importarle su presencia. Notablemente molesto con la aptitud de aquellos tipos Eddy tomo del brazo a Caroline y se dirigieron a su carro ya que en aquel lugar no tendrían la ayuda que buscaban, casi se mueren de la impresión al ver a la niña sentada a un lado del vehículo y su perro descansaba echado en el suelo. Como era posible eso, otra vez la niña y el animal, estaban seguros de no haber visto carros en la carretera, la niña no dejaba de mirarlos haciendo una señal con sus manos, evidentemente les pedía que la llevasen consigo, sin embargo a Eddy y Caroline ahora más que nunca parecía no agradarles esa idea, subieron de inmediato y se alejaron sin mirar atrás.
No podían creer que todo un día hubiese pasado en su trayecto a la playa y siguieran sin llegar,  a parte del taller y la gasolinera fueron los únicos sitios que observaron en el camino, hasta que nuevamente apreciaron un sitio habitado, que alegría sintieron al mirar un pequeño restaurante, tal vez allí si obtendrían la información que querían, yendo a estacionar el automóvil no lograban creer lo que veían, se pusieron helados, sintiendo un miedo que les erizaba la piel, era imposible la niña y el perro se encontraban a un lado del camino, los miraba y sonreía como aguardando por ellos, Caroline soltó el llanto víctima del ataque de nervios que sufrió, entraron despavoridos al restaurante pidiendo ayuda aunque nadie parecía oírlos, Caroline desesperada empezaba a gritar suplicando que alguien le explicara que sucedía, sin embargo cada persona siguió en lo suyo, unos comían, otros miraban la televisión o leían la prensa. Las manos de Eddy se posaron en la espalda de Caroline mostrándole lo que leía aquel señor en una de las mesas, un periódico con fecha del sábado, la primera plana era un mercedes blanco deteriorado por el choque, al costado se encontraba la foto y nombre de las victimas del suceso, Caroline Bristol y Eddy Contreras.
 “DOS JÓVENES FALLECEN EN LA VIEJA CARRETERA AL ESTRELLARSE SU VEHÍCULO CON UN POSTE DE ELECTRICIDAD”.
Al ver el encabezado fueron a la puerta y salieron tomados de la mano, sin decir ninguna palabra, tan solo queriendo alejarse de todo.
Encendieron el Mercedes blanco y giraron en reversa, pasando por el otro lado del restaurante, en la esquina destacaba una antigua fotografía en grande, con la niña de la carretera y el pastor alemán.
“En memoria de nuestra amada hija Patty (1977-1988) y Logan su fiel compañero, quienes nos dejaron tan pronto”, la frase que adornaba la imagen.

Cuando Eddy y Caroline quedaron de nuevo sobre la carretera, Patty y su perro Logan los esperaban parados en la vía, detuvieron el auto en frente de ellos y los subieron a ambos, cerraron las puertas y los cuatro continuaron su viaje por ese camino sin final.

miércoles, 2 de marzo de 2016

El Circo de las Almas


Todos hablaban de cómo sería el grandioso espectáculo, ansiosos esperaban la única función del recién llegado circo de las almas, las entradas se agotaron en menos de una hora, afortunadamente Christian y Valéry tuvieron la oportunidad de comprar las suyas. Sería la mejor noche de todas, en compañía de sus mejores amigos Julia y Morgan, quienes corrieron con la misma suerte de adquirir a tiempo sus boletos. Reinaba el entusiasmo, por primera vez en su pequeño pueblo habría un evento tan grande, aquel gigantesco circo tenía por costumbre, recorrer el mundo yendo a distintos pueblos donde compartían su arte en un show de una noche, al otro día partirían en busca de su siguiente parada.
En cuestión de minutos la carpa se colmó de gente, por fin el show debía comenzar, el presentador tenía un aspecto un tanto grotesco, un hombre obeso semi desnudo, con largos ojos y montones de alhajas en su cuerpo, fue el encargado de presentar el primer acto con un tono de vos juguetón al puro estilo de los payasos. Valéry aplaudía sin parar, emocionada al ver unos majestuosos tigres de bengala hacer aparición. Christian miraba atento como las bestias sucumbían ante el encanto de su domador, un tipo robusto y de aspecto temible. Mientras una enana de prominentes dientes se asomaba al escenario montando un gran monociclo y un par de trapecistas con el rostro desfigurado se balanceaban en las alturas como jugando en un columpio, Morgan notando esa cierta peculiaridad en la apariencia de los integrantes del circo, comenzaba a sentir un desasosiego difícil de explicar, en vez de agradarle el show que veía es como si los artistas desprendían un aire irracional que le causaba terror. A medida que cada acto arrancaba el sentimiento de Morgan parecía hacerse viral en los asistentes, que seguían aplaudiendo por mero compromiso, el hombre sin cabeza lucía tan real o la mujer marchita que llevaba en su cuerpo cientos de clavos enterrados en la piel, más que una atracción la noche empezaba a ser pavorosa, muchos espectadores cansados de presenciar aquello, se levantaban de sus asientos con la intención de marcharse, Valéry y Julia ya no sentían ganas de seguir ahí, cuando las dos parejas decidieron abandonar el circo, se dieron cuenta que nadie aun salía, la puerta principal se hallaba cerrada al igual que las otras salidas. En ese preciso momento el grotesco presentador volvía aparecer, su vos ya no era tan amigable como antes, con una risa cínica y burlona, anunciaba que el verdadero show daría inicio, les daba la bienvenida a todos, agradeciendo su presencia y porque alimentarían a las almas malditas del circo.
Justo entonces, los alaridos de la gente por una de las tribunas llamaron la atención de Christian y los demás, viendo como los tigres de bengala se abalanzaban sobre la gente atacando a las personas que corrían intentando huir, los gritos inundaban el lugar, Christian y Morgan intentaron forzar la puerta desesperados junto a un grupo de hombres, pero la mujer marchita los interrumpió sacando clavos de su piel y lanzándolos como flechas contra ellos, varios sujetos caían al suelo heridos por los clavos que se metían en su cuerpo, Julia y Valéry en medio del alboroto halaron a sus esposos y corrieron a otra de las gradas. Por otro lado el domador de tigres usaba su látigo para azotar a muchos y tumbarlos al suelo, mientras la enana del monociclo los esperaba para clavar sus tremendos colmillos en el cuello, succionando hasta la última gota de sangre, el hombre sin cabeza armado con un machete decapitaba a todo el que podía, tomaba la cabeza de su víctima de turno y la colocaba encima, como probándose prendas en una tienda de modas, aunque ninguna lograba satisfacerlo porque continuaba su tarea. Varias personas desesperadas saltaron al centro del escenario queriendo hacer algo al respecto, la mayoría terminaban capturados por los trapecistas de rostros desfigurados que de un lado a otro se mecían por los aires tomando personas, para después con una fuerza sobrenatural partirlos en pedazos, haciendo que la sangre lloviera por doquier en la carpa.
La supuesta noche divertida se convirtió en una masacre total,  las pocas personas que quedaban con vida fueron agrupándose, buscando refugio entre todos, las mujeres gritaban y los niños lloraban sin control, el hombre gordo de aspecto grotesco era un caníbal, caminaba por el círculo del escenario masticando un pedazo de carne, la pierna de una pobre mujer muerta, montado sobre un caballo negro que cada vez que relinchaba votaba fuego por la boca.
La gente sentía repulsión y pánico frente a lo que veían sus ojos, Christian abrazaba a su aterrorizada esposa Valéry, lo mismo que Morgan hacía con Julia, al tiempo que cruzaban miradas entre ambos, pero ninguno sabia como podrían zafarse de algo que lucía tan terriblemente mal, sin embargo las cosas se ponían aun peor, los cuerpos de la gente que murieron a manos de la enana empezaban a reanimarse, es como si volvían a la vida, podía vérseles unos dientes agudos y afilados igual que los de la pequeña mujer, como una manada de lobos salvajes miraban a los sobrevivientes, que se refugiaban en la tribuna más alta, aunque solo les basto un salto para quedar parados en los mismos escalones, empezando su propia masacre, Christian y Morgan protegerían a sus esposas sin importar el precio, las cargaron en sus brazos y hábilmente utilizaron los barrotes de las escaleras para deslizarse hasta abajo, seguidos por algunos hombres y mujeres que pudieron escapar de los sedientos de sangre, sin embargo es donde menos estarían a salvo, el domador de tigres, el hombre sin cabeza y todos los demás les esperaban allí.
Se protegerían unos a otros, pero sin que tuvieran chance a reaccionar Morgan fue sujetado por el látigo del domador, cayendo de rodillas al piso, al mismo momento en que uno de los trapecistas apareció de la nada llevándose a su esposa Julia frente a sus ojos y desmembrándola en el aire sin que pudiera evitarlo, Morgan siguió siendo presionado por el látigo del domador hasta quitarle la vida, para que el caníbal gordo se alimentara de él.
Los tigres de bengala bajaron de las tribunas, su color blanco y las rayas negras se habían esfumado, producto del festín que se dieron, sus cuerpos se pintaron de color rojo con tanta sangre derramada, pero su instinto de comida seguía intacto, entre las bestias y la mujer marchita con sus clavos se encargaron del resto de los sobrevivientes, por su parte Christian fue una víctima más del hombre sin cabeza, dejando a Valéry como la última persona que quedo en pie, su llanto y sus gritos no cesaban, las piernas le temblaban como gelatina y casi podía sentir que su corazón se salía del pecho, como describir el terror tan profundo que la invadía, tan solo esperaba su final, viendo como todos se acercaban al unísono, sin saber cuál de esos monstruos se encargaría de ella. Su agónica espera acabo cuando un golpe en la cabeza la mando al suelo, lo único que sintió es como unos colmillos se hundían en su cuello chupando su sangre y apagando con cada gota su vida.

–. ¡Que sueño más horrible y extraño! –Exclamo Valéry–.

Al despertar de aquella larga pesadilla que pareció tan real, aunque todo estaba en penumbras, intento mover sus manos pero algo las sujetaba, por suerte alcanzo a distinguir en la oscuridad a su esposo Christian que entraba al cuarto, le pidió que encendiera la luz, casi se muere de impresión con lo que vio, sus manos estaban amarradas a la cama, Christian permanecía de espaldas a ella, tan solo veía su largo cabello rubio, le exigió una explicación lógica que la hiciera entender porque se encontraba esposada, sin embargo al verlo de frente, volvió a sentir aquel mismo terror que la invadió al verse rodeada por los monstruos del circo. Ese tipo sin dudas no era su esposo, se trataba del hombre sin cabeza, solo que ya tenía una, al parecer la cabeza de Christian término siendo lo que el espectro buscaba. Entre tanto desespero noto que algo molestaba su boca, llevo sus manos hasta ella, tocando un par de enormes colmillos que sobresalían de los labios, por primera vez noto que la habitación se movía, se encontraba en un tren en movimiento que se desplazaba a algún lugar, el hombre con la cabeza de su esposo la libero, entregándole una copa llena de sangre fresca, en su interior una sed voraz supero cualquier repulsión que pudiera sentir, todo fue real, nada había sido un sueño, ese tren transportaba al circo y a todas sus criaturas de la noche, por fin lo entendió mientras bebía su copa sangrienta, se había convertido en una de ellos, una integrante más del circo de las almas malditas, que ahora se dirigía rumbo a otro pueblo…
¡TEN CUIDADO DONDE VIVES, EL PRÓXIMO PUEBLO PODRÍA SER EL TUYO!