Su
cámara no paraba de capturar imágenes, tomando fotos aquí y allá, entre el
cielo azul y el ancho mar, aquel paisaje que le rodeaba lucia verdaderamente hermoso.
3 días pasaron desde que zarpo las aguas en busca de paisajes sin iguales, para
que perduraran por siempre en una simple foto, llenando la vista de sus
admiradores. La nueva colección de fotografías reuniría lo mejor de la
naturaleza en el mundo. Zacarías Scott, un fotógrafo apasionado por el trabajo
y casado con la lente de su cámara, llevaba a cabo su labor completamente solo,
en las montañas, islas desiertas y lugares remotos, siempre vivía en contacto
directo con la naturaleza.
Esta
vez Zacarías se dirigía a una isla cerca del pacifico, donde podría fotografiar,
el espectacular ambiente paradisíaco y un sinfín de animales de distintas razas
y especies que habitaban allí. Con las provisiones pertinentes y el equipo
necesario para poder trabajar sin problemas, después de navegar unos días consiguió
recalar en la isla que sería escenario para la sesión fotográfica. Sus ojos
quedaban maravillados con tanta belleza natural, el tiempo que pasaría en la
isla sí que valdría la pena, luego de un breve recorrido por los alrededores
del lugar y unas cuantas fotos, decidió empezar de lleno su trabajo y
adentrarse en la isla.
Tucanes,
ñandús, aves de todo tipo y colores, monos capuchinos, koalas y perezas, eran
parte de la fauna que observaba en medio de la caminata. Se detuvo a tomar un
par de fotografías, estaba tan concentrado en que quedaran perfectas, que se
olvidaba de todo lo demás, entonces noto una sombra peculiar que se mecía sobre
los árboles, pero cuando miro arriba no había nada ya, debían ser los monos que
paseaban de una rama a otra, eso pensó y continuo en lo suyo, sin embargo al
cabo de un rato, una sombra quizás más grande que la anterior volvía a
interrumpirle, pasando muy rápido detrás suyo, lo que fuera iba a toda
velocidad, aunque lo único que a él le preocupaba es que se hiciera de noche y
no poder seguir recopilando el espectáculo de flora y vida salvaje del que
ahora disfrutaba, por ello se apresuró para seguir recorriendo y fotografiando
todo sin fijarse en aquello.
Cuando
llego la noche, fue momento de encontrar un buen sitio donde montar su carpa y
por fin descansar, el trajín del día lo hizo dormirse enseguida, pero su sueño
tranquilo fue desplazado a mitad de la noche, por ruidos extraños de varios animales,
encendió una lámpara para alumbrar y echar un vistazo, aunque no alcanzo a ver
nada entre la maleza, sin embargo al apagar la luz los mismos ruidos se
repitieron pero en esta ocasión parecían más cerca que antes. Zacarías estaba
más que acostumbrado a los lugares solitarios y a las noches sombrías, era un
hombre que no temía a nada porque en nada creía, para él lo único real en el
mundo es lo que podía apreciar, lo demás eran cuentos de caminos y muchas
falsas historias de cosas sobrenaturales, por lo que esos ruidos no lo
desvelarían.
Al
día siguiente despertó con ganas y afán de ir un poco más allá, camino tramo
abajo por un riachuelo de aguas cristalinas que lo condujo a una cueva repleta
de insectos y murciélagos que a su llegada formaron un tremendo aleteo y
volaron lejos de ahí. En las paredes de la cueva habían montones de
jeroglíficos y figuras abstractas que cualquiera diría que fueron hechas con
sangre, su pequeña suposición tal vez no era muy errónea, casi se le salen los
ojos de la impresión con el deshuesadero que tenía frente a él, cráneos y restos
humanos yacían en el fondo de la cueva. Casi por instinto salió huyendo de la
cueva y corrió sin detenerse hasta sentir que se quedaba sin fuerzas. De
repente se dio cuenta que se alejó más de lo debido y quiso regresar, pero el
sol parecía ocultarse, aunque seguía siendo de día, fue allí que pudo fijarse
en las sombras que iban y venían en lo alto de los árboles, es como si
giraran en torno a él, por primera vez Zacarías se sintió un tanto desesperado,
comenzó a mirar algo desorientado, viendo como las plantas y todo alrededor le
daba vueltas, tenía la sensación que lo observaban de todas partes y en medio
de su descontrol acciono sin querer la cámara, tomándose el mismo una foto,
aquella destellante luz del flash pareció sacarle del trance, porque logró reaccionar y mantener la compostura, entonces pudo apelar a su temple de acero y correr
hacia el lado norte de la isla, sin embargo por más que avanzaba, las sombras
tenebrosas le seguían la pista, no había manera de que lo abandonaran, pero
Zacarías no se detuvo hasta desmoronarse producto del gran esfuerzo físico en
su fallido intento de huida, la cámara cayó a un lado mientras su cuerpo
inconsciente quedo tirado en el suelo.
Zacarías
despertó fatigado y sintiendo dolores terribles en su pierna derecha y parte
del abdomen, cuando abrió los ojos se halló dentro de la cueva en la que estuvo
antes, una fogata se encontraba encendida y unas criaturas danzaban en
círculos, que cosas más feas bailaban frente a él, de dientes dañados, la piel era oscura, quizás por barro o pintura, todos tenían un solo ojo y una
cabeza puntiaguda, con orejas grandes y
cuerpos flacos, en las manos cada uno contaba con una garra afilada encima de
la muñeca, al estilo de los dinosaurios carnívoros, Zacarías termino llorando
preso del pánico más grande que pudiera imaginar, tantas veces se decía así
mismo lo valiente que era, pero por dentro solo se trataba de un cobarde
presumido y muy tarde vino a descubrirlo, la sorpresa más grande de su vida,
fue ver que en la fogata una pierna humana daba vueltas sobre el fuego, por fin comprendió que compartiría el
desenlace cruel de esa gente, cuyos huesos descansaban en la cueva, su pierna
derecha fue amputada y la carne del abdomen rebanada como un filete de carne
cualquiera, a eso debía el agónico dolor, en ese instante recordó con
impotencia que si tan solo fuese aceptado que otras personas lo acompañaran
en su expedición no terminaría como alimento de esas cosas grotescas que
habitan la isla. Una de las criaturas se acercó hasta él, alzo la mano y apunto
su garra a la cabeza de Zacarías como si de una lanza se tratara, las lágrimas
corrían por su mejilla y cerró sus ojos sabiendo el destino que se avecinaba.
El
día pautado el yate encargado de recogerlo desembarco en la isla, pero no hubo
rastro de Zacarías, empezando una búsqueda que perduró día y noche por
más de una semana, pero el resultado fue el mismo, lo único que pudieron
localizar fue la cámara que siempre lo acompañaba, era como si la isla se lo
hubiese tragado, durante su estancia allí, nadie llegó a notar que siempre fueron
vigilados desde arriba de los árboles.
Hoy
a miles de kilómetros de la isla y casi un año después de su inexplicable
desaparición, en la galería de arte los seguidores de Zacarías miran con
melancolía las últimas fotografías que fueron tomadas por su cámara, la que más
llama la atención de todas, es una auto foto de Zacarías Scott que muestra unas
irregulares sombras junto a él, como si alguien o algo se movía rápidamente al
momento de tomarla, creando una especie de figuras oscuras en la
imagen, para los expertos simplemente es un efecto causado por los rayos
solares que se colaban entre los árboles, ojala el fotógrafo pueda volver algún
día y contar su propia versión de los hechos, es el deseo compartido de los más
fieles admiradores, que aún siguen buscando respuestas en la última foto de
Zacarías.