Patrick
siempre soñó con una familia numerosa y niños corriendo por toda la casa, lo
que nunca imagino es que el destino lo golpearía tan fuerte matando esos sueños,
hasta que la noticia de su esterilidad lo sorprendió, después de 10 años de
matrimonio, al fin lo entendió, eran miles sus intentos por concebir los cuales
terminaban en misión fallida, su esposa Julieth temía ser la del problema, ninguno
de los dos tuvo en mente jamás, que quien no podía completar el proceso fuese
Patrick.
Luego
de probar miles de tratamientos, la inseminación apareció como una repuesta a
sus plegarias, 3 meses de gestación alegraban el entorno de la pareja quienes veían
una luz al final del camino, pronto serian una familia de tres, así que el
pequeño apartamento donde vivían no lucia como la mejor opción para criar a su
bebe, con el dinero ahorrado durante casi una década de trabajo Patrick y
Julieth Green podrían comprar una casa maravillosa donde empezar su nueva
aventura, convertidos en flamantes padres.
La
dulce tarea de escoger la casa perfecta fue una labor que se extendió más de lo
debido, durante casi 2 meses recorrieron distintos lugares, checando casas en
venta, sin embargo los precios no se ajustaban a lo que ambos podían costear, pero
cuando casi se daban por vencidos, alguien en su círculo de amigos menciono una
casona fuera de la ciudad que reunía las características indicadas que la
pareja necesitaba, el valor de la propiedad era tan accesible y disponía de un
gran espacio que sin dudas Patrick y Julieth quedaron enamorados con la casa,
si bien tendrían que hacerle unas cuantas remodelaciones estaría lista para
cuando su bebe naciera.
Los
3 meses siguientes fueron suficientes para arreglar detalles que la casa requería,
aunque llevaba tiempo deshabitada en el jardín, un hermoso rosal brillaba con
luz propia, con tanta belleza y color que deleitaba a los ojos, algo extraño
teniendo en cuenta que nadie lo regaba ni cuidaba de él, pero eso en vez de
inquietar a la pareja fue otro aliciente para que finalmente se hicieran dueños
de la vieja casona.
Cuando
Harry llego a sus vidas nada podía empañar la felicidad de la joven familia
Green, Dios les concedía la bendición de ser padres, su deseo anhelado. Sin embargo
con la llegada de Harry cosas raras comenzaron a ocurrir en su hogar, ruidos
que provenían de la habitación del bebe, como si alguien habría la puerta a
media noche, preocupados iban a mirar pero la puerta seguía cerrada y Harry dormía
plácidamente, en ocasiones Patrick escucho la melodía de una dulce vos, una
mujer tarareaba canciones de cuna, ¿Pero quién?, su esposa dormía tras darle de
comer al bebe, siempre que el padre oía ese mismo sonido corría a observar a
Harry, aunque solo se encontraba la tierna imagen del niño dormido.
Un
fin de semana la familia y amigos se reunieron para celebrar un día muy
especial, en aquella ocasión festejaban el primer cumpleaños de Harry, al momento
en que Julieth se preparaba para encender la vela del pastel, una brisa fría se
colaba por la ventana apagándola, cansada de tanto intentarlo cerro la ventana
para evitar que el viento continuara haciendo de las suyas, sin embargo de
forma inexplicable la vela siguió apagándose una y otra vez como si alguna persona
se encargara de soplarla.
El
lunes después de la fiesta, Patrick conducía de regreso a casa, fatigado después
de un intenso día de trabajo, Julieth lo esperaba en la entrada como de
costumbre, el cuarto del bebe estaba en las alcobas de arriba, algunas veces su
esposa cargaba al niño, pero en aquel instante debía estar tomando la siesta ya
que solo ella aguardaba en la puerta, sin embargo en vez de tranquilidad
Patrick sintió el susto de su vida cuando echo un vistazo a la ventana y vio la
silueta de una mujer que se asomó a la ventana cargando en sus brazos a Harry.
– ¿Acaso
la Tía Luisa hoy vino a visitar?, (pregunto Patrick intrigado)
– No… Yo
he pasado todo el día sola, (respondió Julieth algo confundida)
– ¡Llama
a la Policía!, (Grito desesperado)
Patrick
visiblemente preocupado corrió de prisa en busca de su bebe y Julieth le siguió
detrás, sin comprender la reacción alarmante de su marido, esperando lo peor
Patrick tomo lo primero que hallo a su alcance, un bate de béisbol que sujeto
fuertemente, de una patada abrió la puerta asustando a Harry quien gateaba de
un lado al otro en compañía de sus juguetes. Cuando su esposo le explico lo que
había visto Julieth sintió mucho miedo y a partir de tal suceso no volvió a
sentirse cómoda en la casa.
Tras
varias semanas las cosas parecían normalizarse nuevamente, sin embargo Harry no
lloraba tanto como antes solía, en vez de eso, solo bastaba con que el niño
comenzara a llorar un minuto para que al instante se tranquilizara, como cuando
su mama lo arrullaba para que no siguiera llorando. Cierto día que Julieth
limpiaba la casa, oyó que el niño reía emocionado y a medida que se iba
acercando Harry soltaba grandes carcajadas, sin querer interrumpirlo observo
por una rendija de la puerta para descubrir el motivo de su risa, alcanzando a
ver una especie de sombra en forma de persona que mecía al niño a un lado de la
cuna, abrió la puerta de inmediato aunque para sorpresa suya el cuarto se
hallaba completamente vacío, la poca visión de la que disponía a través de la abertura
de la puerta, quizás le jugó una mala pasada, eso pensó ella, para sacarse de
la cabeza cualquier absurda idea.
3
Noches pasaron desde ese último acontecimiento, el reloj marcaba las 10:00,
Patrick y Julieth llevaron acostar a su pequeño y se marcharon a su alcoba, a
las 3.00 am el llanto del bebe los despertó, lloraba desconsoladamente como muy
pocas veces lo hacía, sin embargo casi en un minuto su estado de ánimo cambio,
empezando a sonreír, pero esta vez sus padres calmados decidieron esperar para
entrar, lentamente y de forma sigilosa caminaron a la habitación contigua de
Harry. Al irrumpir en su cuarto abriendo inesperadamente la puerta se
encontraron con una escena que ni en sus peores pesadillas podrían imaginar, una joven mujer de cara pálida y cabello corto, con un largo vestido
gris arrullaba a su bebe flotando en el aire, cuando el espectro vio que los padres del niño la descubrieron,
entro en cólera gritando con tanta fuerza que los vidrios de la venta se
rompieron y el viento comenzó a soplar levantando las cortinas, la boca de la
mujer se agudizo estirándose de una forma abismal, coloco al bebe en la cuna
ante la mirada petrificada de sus progenitores que nada pudieron hacer, los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas
negras y comenzó a sollozar diciendo, “Mi Hijo, ay mi hijo”, mientras poco a
poco se fue desvaneciendo.
Patrick
y Julieth se mudaron ese día, nunca más pudieron vender la casa y quedo
abandonada, aunque el rosal que adorna su jardín sigue tan bello como siempre,
cuenta la gente que el fantasma de aquella mujer vela por él, cuidando el regalo
que su esposo le dio antes de morir en la guerra. Su espíritu sigue allí en la habitación
llorando lágrimas negras, en aquel lugar donde se quitó la vida luego de perder
a su hijo.