miércoles, 2 de marzo de 2016

El Circo de las Almas


Todos hablaban de cómo sería el grandioso espectáculo, ansiosos esperaban la única función del recién llegado circo de las almas, las entradas se agotaron en menos de una hora, afortunadamente Christian y Valéry tuvieron la oportunidad de comprar las suyas. Sería la mejor noche de todas, en compañía de sus mejores amigos Julia y Morgan, quienes corrieron con la misma suerte de adquirir a tiempo sus boletos. Reinaba el entusiasmo, por primera vez en su pequeño pueblo habría un evento tan grande, aquel gigantesco circo tenía por costumbre, recorrer el mundo yendo a distintos pueblos donde compartían su arte en un show de una noche, al otro día partirían en busca de su siguiente parada.
En cuestión de minutos la carpa se colmó de gente, por fin el show debía comenzar, el presentador tenía un aspecto un tanto grotesco, un hombre obeso semi desnudo, con largos ojos y montones de alhajas en su cuerpo, fue el encargado de presentar el primer acto con un tono de vos juguetón al puro estilo de los payasos. Valéry aplaudía sin parar, emocionada al ver unos majestuosos tigres de bengala hacer aparición. Christian miraba atento como las bestias sucumbían ante el encanto de su domador, un tipo robusto y de aspecto temible. Mientras una enana de prominentes dientes se asomaba al escenario montando un gran monociclo y un par de trapecistas con el rostro desfigurado se balanceaban en las alturas como jugando en un columpio, Morgan notando esa cierta peculiaridad en la apariencia de los integrantes del circo, comenzaba a sentir un desasosiego difícil de explicar, en vez de agradarle el show que veía es como si los artistas desprendían un aire irracional que le causaba terror. A medida que cada acto arrancaba el sentimiento de Morgan parecía hacerse viral en los asistentes, que seguían aplaudiendo por mero compromiso, el hombre sin cabeza lucía tan real o la mujer marchita que llevaba en su cuerpo cientos de clavos enterrados en la piel, más que una atracción la noche empezaba a ser pavorosa, muchos espectadores cansados de presenciar aquello, se levantaban de sus asientos con la intención de marcharse, Valéry y Julia ya no sentían ganas de seguir ahí, cuando las dos parejas decidieron abandonar el circo, se dieron cuenta que nadie aun salía, la puerta principal se hallaba cerrada al igual que las otras salidas. En ese preciso momento el grotesco presentador volvía aparecer, su vos ya no era tan amigable como antes, con una risa cínica y burlona, anunciaba que el verdadero show daría inicio, les daba la bienvenida a todos, agradeciendo su presencia y porque alimentarían a las almas malditas del circo.
Justo entonces, los alaridos de la gente por una de las tribunas llamaron la atención de Christian y los demás, viendo como los tigres de bengala se abalanzaban sobre la gente atacando a las personas que corrían intentando huir, los gritos inundaban el lugar, Christian y Morgan intentaron forzar la puerta desesperados junto a un grupo de hombres, pero la mujer marchita los interrumpió sacando clavos de su piel y lanzándolos como flechas contra ellos, varios sujetos caían al suelo heridos por los clavos que se metían en su cuerpo, Julia y Valéry en medio del alboroto halaron a sus esposos y corrieron a otra de las gradas. Por otro lado el domador de tigres usaba su látigo para azotar a muchos y tumbarlos al suelo, mientras la enana del monociclo los esperaba para clavar sus tremendos colmillos en el cuello, succionando hasta la última gota de sangre, el hombre sin cabeza armado con un machete decapitaba a todo el que podía, tomaba la cabeza de su víctima de turno y la colocaba encima, como probándose prendas en una tienda de modas, aunque ninguna lograba satisfacerlo porque continuaba su tarea. Varias personas desesperadas saltaron al centro del escenario queriendo hacer algo al respecto, la mayoría terminaban capturados por los trapecistas de rostros desfigurados que de un lado a otro se mecían por los aires tomando personas, para después con una fuerza sobrenatural partirlos en pedazos, haciendo que la sangre lloviera por doquier en la carpa.
La supuesta noche divertida se convirtió en una masacre total,  las pocas personas que quedaban con vida fueron agrupándose, buscando refugio entre todos, las mujeres gritaban y los niños lloraban sin control, el hombre gordo de aspecto grotesco era un caníbal, caminaba por el círculo del escenario masticando un pedazo de carne, la pierna de una pobre mujer muerta, montado sobre un caballo negro que cada vez que relinchaba votaba fuego por la boca.
La gente sentía repulsión y pánico frente a lo que veían sus ojos, Christian abrazaba a su aterrorizada esposa Valéry, lo mismo que Morgan hacía con Julia, al tiempo que cruzaban miradas entre ambos, pero ninguno sabia como podrían zafarse de algo que lucía tan terriblemente mal, sin embargo las cosas se ponían aun peor, los cuerpos de la gente que murieron a manos de la enana empezaban a reanimarse, es como si volvían a la vida, podía vérseles unos dientes agudos y afilados igual que los de la pequeña mujer, como una manada de lobos salvajes miraban a los sobrevivientes, que se refugiaban en la tribuna más alta, aunque solo les basto un salto para quedar parados en los mismos escalones, empezando su propia masacre, Christian y Morgan protegerían a sus esposas sin importar el precio, las cargaron en sus brazos y hábilmente utilizaron los barrotes de las escaleras para deslizarse hasta abajo, seguidos por algunos hombres y mujeres que pudieron escapar de los sedientos de sangre, sin embargo es donde menos estarían a salvo, el domador de tigres, el hombre sin cabeza y todos los demás les esperaban allí.
Se protegerían unos a otros, pero sin que tuvieran chance a reaccionar Morgan fue sujetado por el látigo del domador, cayendo de rodillas al piso, al mismo momento en que uno de los trapecistas apareció de la nada llevándose a su esposa Julia frente a sus ojos y desmembrándola en el aire sin que pudiera evitarlo, Morgan siguió siendo presionado por el látigo del domador hasta quitarle la vida, para que el caníbal gordo se alimentara de él.
Los tigres de bengala bajaron de las tribunas, su color blanco y las rayas negras se habían esfumado, producto del festín que se dieron, sus cuerpos se pintaron de color rojo con tanta sangre derramada, pero su instinto de comida seguía intacto, entre las bestias y la mujer marchita con sus clavos se encargaron del resto de los sobrevivientes, por su parte Christian fue una víctima más del hombre sin cabeza, dejando a Valéry como la última persona que quedo en pie, su llanto y sus gritos no cesaban, las piernas le temblaban como gelatina y casi podía sentir que su corazón se salía del pecho, como describir el terror tan profundo que la invadía, tan solo esperaba su final, viendo como todos se acercaban al unísono, sin saber cuál de esos monstruos se encargaría de ella. Su agónica espera acabo cuando un golpe en la cabeza la mando al suelo, lo único que sintió es como unos colmillos se hundían en su cuello chupando su sangre y apagando con cada gota su vida.

–. ¡Que sueño más horrible y extraño! –Exclamo Valéry–.

Al despertar de aquella larga pesadilla que pareció tan real, aunque todo estaba en penumbras, intento mover sus manos pero algo las sujetaba, por suerte alcanzo a distinguir en la oscuridad a su esposo Christian que entraba al cuarto, le pidió que encendiera la luz, casi se muere de impresión con lo que vio, sus manos estaban amarradas a la cama, Christian permanecía de espaldas a ella, tan solo veía su largo cabello rubio, le exigió una explicación lógica que la hiciera entender porque se encontraba esposada, sin embargo al verlo de frente, volvió a sentir aquel mismo terror que la invadió al verse rodeada por los monstruos del circo. Ese tipo sin dudas no era su esposo, se trataba del hombre sin cabeza, solo que ya tenía una, al parecer la cabeza de Christian término siendo lo que el espectro buscaba. Entre tanto desespero noto que algo molestaba su boca, llevo sus manos hasta ella, tocando un par de enormes colmillos que sobresalían de los labios, por primera vez noto que la habitación se movía, se encontraba en un tren en movimiento que se desplazaba a algún lugar, el hombre con la cabeza de su esposo la libero, entregándole una copa llena de sangre fresca, en su interior una sed voraz supero cualquier repulsión que pudiera sentir, todo fue real, nada había sido un sueño, ese tren transportaba al circo y a todas sus criaturas de la noche, por fin lo entendió mientras bebía su copa sangrienta, se había convertido en una de ellos, una integrante más del circo de las almas malditas, que ahora se dirigía rumbo a otro pueblo…
¡TEN CUIDADO DONDE VIVES, EL PRÓXIMO PUEBLO PODRÍA SER EL TUYO! 

1 comentario:

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