miércoles, 24 de febrero de 2016

La Hija de Mery.


Desde la primera vez que sus ojos vieron aquel increíble obsequio que sus padres le regalaron, su vida cambio, siempre jugaba a ser la madre perfecta, la esposa ideal, quien cuidaba a las niñas en su nueva casa de muñecas.
A los 10 años el regalo prometido por fin llegaba, había soñado con tenerla y gracias al esfuerzo de su padre que nunca rompía una promesa, ahora tenía esa casa gigante para que fuera el hogar de sus muñecas, la cual se convirtió de la nada en todo para ella. Mery no tuvo la dicha de ver crecer a su hermana, la pequeña Susana que con tan solo 2 años murió a causa de una letal enfermedad, dejando un vacío inmenso en los corazones de toda su familia, pero sobre todo en Mery quien apenas con 7 años descubrió lo que era el dolor de una partida, encontrando en las muñecas esas únicas aliadas con quienes podía llorar en silencio sin que sus padres lo notaran, por lo menos así les evitaba mayores sufrimientos al ocultar su triste nostalgia.
Nunca imagino que a su corta edad tuviese que derramar tantas lágrimas, durante 3 años padeció grandes penas, sin embargo esa casa le devolvió la sonrisas que la mano de la muerte le arrebato, al llevarse a su hermana menor.
Después de un tiempo gris, su panorama poco a poco se transformó nuevamente en un arcoíris de colores, la casa de muñecas más que un lugar de juegos se volvió su refugio, el gran tesoro de su niñez, pasaba horas ahí dentro, peinando la melena de sus princesas como llamaba a las muñecas, tomaba té junto a ellas mientras les contaba de su vida. Cuando los años pasaron y empezó a crecer, como una ley de la vida los juegos cambiaron por salidas al cine, fiestas y cosas típicas de los adolescentes, la casa de muñecas fue quedando en el olvido, pero en su mente tuvo siempre una clara idea, la guardaría como su más preciada posesión y algún día seria el motivo de alegría para su hija o tal vez sus amadas hijas.
Al terminar la universidad se volvió una exitosa periodista, pero allí no solo se hizo profesional de la comunicación, sino que también conoció el amor de la mano de Stanley su compañero de estudios, el chico guapo que todas querían sucumbió ante los risos dorados de Mery y aquellos ojos verdes que enamoraban a cualquiera, su romance floreció de prisa, las vidas de ambos pronto se hicieron una, comenzando a pensar en futuro, un deseo mutuo que los llevo hasta el altar, unos jóvenes esposos que lucían tan enamorados que todos los tildaban como la pareja perfecta.
En su quinto aniversario Mery y Stanley lucían igual de felices que el primer día, ante la mirada del mundo su vida era perfecta, pero detrás de las paredes, ambos sabían que algo les faltaba a su hogar para llenarlo de colores, después del primer año de matrimonio decidieron que ya era momento para empezar a buscar un bebe, sin embargo el tiempo fue pasando y la cigüeña seguía sin llegar, cuando transcurrió un año de fallidos intentos, acudieron al médico, las respuestas que recibieron allí no fueron las esperadas, una negra noticia tiño su mundo de tristezas, Mery era estéril y nunca podría convertirse en madre, de un instante a otro sus noches se transformaron en un calvario, aunque al principio nada los detuvo y siguieron tanteando otras opciones, cada vez el resultado era igual, la misma opinión y más decepciones para los dos.
Stanley le planteo la idea de adoptar, algo que no agradaba a Mery, ella daría lo que fuera a cambio de lograr la dicha de ser mama de forma natural.
Una noche frente al espejo después de un intenso día de trabajo, Mery rompió en llanto, le había tocado cubrir un reportaje dentro de una maternidad, sus ojos no dejaron de mirar con deleite a cientos de madres con sus bebes y ella solo pensaba que jamás estaría en aquella situación, se sentía impotente y menos mujer por no poder contar con el don de dar vida a través de su vientre, llena de ira y de rabia, con todas las fuerzas de su corazón pidió encontrar la manera que fuese para concebir un hijo, pero a veces hay que tener cuidado cuando pides un deseo, porque tal vez si Dios no te escucha, quizás alguien más si lo haga.
Una semana después salió temprano del periódico donde trabajaba y decidió ir por unas cuantas copas, luego de varias horas Mery conducía camino a casa, en algún instante debió quedarse dormida al volante, aunque afortunadamente reacciono a tiempo, justo antes de atropellar a una anciana que cruzaba la calle, apenada ella se ofreció ayudar a la pobre señora, llevándola hasta su casa, la anciana no paraba de hablar cosa que a Mery parecía agradar, sin embargo poco a poco la dulce vieja demostró saber mucho de su vida, conocía los nombres de cada miembro de su familia, sabia de fu fallecida hermana Susana y lo más ilógico es que hasta menciono el problema de su maternidad , algo que a Mery empezó a inquietarla, sobre todo cuando dijo que ella era la respuesta a todas sus plegarias, la anciana cambio su tierna vos por un tono más grave y de una forma directa le hizo saber que llevaba en su auto a la mismísima muerte, Mery quiso creer que solo se trataba de una broma de mal gusto, siendo una conocida reportera cualquiera podía averiguar información de su vida personal, sin embargo casi le da un infarto del susto cuando vio como los ojos de la vieja se pusieron tan rojos como la sangre y destellaban una especie de llama ardiente, supo entonces que la anciana decía la verdad.
El ángel de la muerte estaba cansado de arrastrar consigo la vida de todos, por primera vez deseaba ser algo más que esa figura decadente a la cual el mundo temía. Ante el terrible miedo que Mery sintió prefirió detenerse en medio de la carretera, respiro hondo y apelando a su instinto periodístico pregunto al espectro cual era el motivo de su visita. Si su poder recaía en quitar la vida, también podía devolverla, la muerte le ofreció convertirla en madre, en su vientre crecería una vida, Susana su propia hermana fallecida reencarnaría pero ahora convertida en la hija de Mery. Una oferta increíble y tentadora, lo único cierto es que la muerte siempre tiene hambre y ese favor alimentaria de alguna manera su apetito voraz.
Para una mujer desesperada cualquier solución a su tormento es una bendición, aunque la salida sea condenar su propia alma, para Mery rechazar esa propuesta era lo indicado, sabía perfectamente que se trataba de una idea descabellada, pero ni la acertada razón pudo convencerla, termino cayendo rendida ante esa presencia milenaria que fácilmente la atrapo en sus redes. Vida por muerte, esa era la condición a cambio de concebir, si quería mantener a su hija con bien, a partir del primer cumpleaños debía entregar la vida de una persona, repitiendo la misma ofrenda durante 10 años, de lo contrario la niña moriría, después de eso quedaría libre y su deuda con la muerte seria saldada, su vida nunca más volvería a ser la misma pero aunque estuviera maldita por aceptar ese pacto, en su mundo habría motivos suficientes para ser feliz, llevaría en su panza una criatura que amaría como a nadie, tenía un doble motivo para quererla, más que su hija era la reencarnación de su hermana, el trato fue cerrado con sangre, la anciana se cortó la palma de su mano y Mery lamió de su sangre.
9 meses ya han pasado desde aquella noche y en la sala de hospital la familia de Mery aguarda con ansias, la llegada de su primogénita, a excepción de Stanley nadie supo jamás del problema de fertilidad de su esposa, para ambos fue el milagro más grande, los médicos nunca entendieron cómo pudo quedar embarazada cuando todo indicaba que no podría. Después de una larga espera todos pudieron conocer a la hermosa Catrina, para los padres de Mery fue alegría y melancolía, una mezcla de emociones, al verla es como si miraban de nuevo a la niña que ellos perdieron, su nieta era el vivo reflejo de Susana su hija muerta.
Catrina le trajo a la vida de Mery felicidad sin igual, sin embargo eso en vez de brindarle sueños placenteros, solo le dio insomnio y pesadillas que se repetían cada noche, esa mirada de la anciana, los ojos de la muerte, no podía sacarlos de su cabeza. Iban pasando los meses, el primer cumpleaños de Catrina se acercaba, Mery solo escuchaba la vos en su cabeza que le gritaba que una vida debía entregar para a su hija salvar, aunque tratara de no pensarlo, todo se lo recordaba, sombras en la calle que le susurraban que debía robar la vida de alguien, paredes teñidas con mensajes sangrientos a donde quiera iba, vasos partidos uno tras otro porque cada vez que intentaba tomar agua, sangre se volvía. No tenía escapatoria ya una vez perdió a su hermana y no estaba dispuesta a dejar ir a su hija, ella era su vida, la amaba y haría lo que fuera para protegerla. El día llego, la sonrisa de Catrina le sirvió como aplomo, utilizo la excusa del cumpleaños de su niña para ausentarse del trabajo, salió temprano de casa y compro una botella de licor para armarse de valor, bebió más de la mitad y condujo lejos de la ciudad, se desvió por una vieja carretera hasta apreciar a un recoge latas que dormía al lado de la vía, siendo un camino poco transitado no se preocupaba por los autos, Mery vio todo claro, entendió que había encontrado lo que buscaba, ese pobre hombre le daría la vida que necesitaba para que Catrina pudiese estar a salvo un año más, su corazón le pedía que no lo hiciera pero su mente la animaba a proseguir, cerro sus ojos, piso fuerte el acelerador y no se detuvo hasta impactar de golpe con su víctima.
Luego de ese día sintió que su corazón perdía la nobleza que algún día tuvo, las semanas se fueron volando como si la muerte quisiera volver comer a manos de Mery, vino el cumpleaños 2, Catrina era la imagen pura de Susana cualquiera diría que se trataba de la misma niña. Cada vez que se miraba al espejo Mery apreciaba como si sus ojos verdes lentamente cambiaban de color, ese día nuevamente al azar, le quitaría la vida a un inocente, recorrió la ciudad, hasta llegar a un bar donde bebió unas cuantas cervezas, un hombre en la barra no dejaba de mirarla, se fue acercando a ella y entablaron conversación, la charla se extendió por un rato, después de compartir varias cervezas, los comentarios subieron de tono, ella se quitó la chaqueta que traía puesta mostrando su escote sin pudor, decidieron de mutuo acuerdo que debían marcharse a un sitio más privado, caminaron a una calle a oscuras, enseguida los besos y las caricias no se hicieron esperar, ambos disfrutaban la situación, pero el erótico momento fue cortado por Mery, ante la molestia de su compañero quien intento continuar todo, tan solo para encontrarse con un afilado cuchillo que Mery llevaba en su cartera y con el cual atravesó en repetidas ocasiones el estómago del hombre que minutos atrás besaba con pasión hasta provocarle la muerte, fue la segunda vez que cometía un crimen a cambio de la Vida de Catrina, sin embargo en vez de remordimiento descubrió cierta satisfacción en aquel macabro acto.
Uno tras otro los años fueron transcurriendo, le tocó el turno a una secretaria que por trabajo se quedó hasta tarde en la oficina, para su mala suerte fue la elegida de turno, siendo sorprendida cuando cruzaba la calle, por el auto de Mery que a toda velocidad la golpeo de forma letal y no solo se conformó con atropellarla, sino que varias veces dando reversa y avanzando otra vez adelante la aplasto matando a su víctima. Luego vino el turno de un hombre al que igualmente en un bar ella lo sedujo para posteriormente apuñalarlo antes de consumar el acto sexual y repitió el mismo modo en sus asesinatos durante 3 años seguidos, para alternarse después atropellando a un extraño cerca del muelle de la ciudad, sin dudas descubrió que apuñalando a sus víctimas sentía mayor satisfacción, lo que la hizo utilizar los últimos tres años el mismo estilo, siendo los sacrificados 3 desconocidos que escogieron el día y el bar equivocado, pues se cruzaron con Mery y esas copas compartidas con ella les costaron a todos la vida.
El trabajo estaba hecho, la preciosa Catrina ya tenía 10 años y Mery había superado la aparentemente difícil tarea de matar a 10 personas, pero la verdad es que lejos de sentirse aliviada es como si un desasosiego inquietante le robaba la calma, sentía un deseo que la impulsaba a seguir, algo más fuerte que ella, cada espejo que miraba le demostraba lo que hace tiempo creía absurdo, pensaba que se estaba volviendo loca, pero realmente tenía la razón, sus ojos habían perdido su verdor, esa pureza que durante años transmitían, se transformaron en unos ojos irritados, colorados y casi rojos como la sangre, aunque quizás nadie más a su alrededor lo notaba. La anciana le había hecho saber que jamás la volvería a ver de cuerpo presente pero que siempre estaría acechándola para que cumpliera con su trato. Cuando creyó que todo terminaba allí, estaba muy lejos de eso, al contrario su vida fue el propio infierno, la casa de muñecas que tanto amaba de niña era ahora el adorado sitio de juego de Catrina, sin embargo Mery de manera extraña comenzó a pasar tiempo en ella, era el único sitio donde podía estar tranquila, el resto de la casa, la calle, su trabajo y todo en la ciudad, parecía la puerta del infierno, figuras negras en la calle, personas que de la nada parecían morir frente a ella para descubrir después que solo alucinaba, hasta el apetito lo perdió, cada vez que iba a comer su comida empezaba a sangrar, por primera vez el amor hacia su hija comenzó a cambiar, cuando miraba a Catrina veía en su cara los ojos de la muerte, la vos de la niña se oía idéntica a la de la anciana, es como si su hermosa hija se fuese convertido en la misma muerte, se sentía desquiciada pero el odio hacia Catrina empezó a ser mayor, no soportaba estar cerca de la infante, su cabeza comenzó a maquinar montones de ideas, algo debía hacer para ponerle fin a ese espectro maldito, luego de tanto pensarlo se asomó la solución sensata, una noche después de cenar, Stanley llevo a Catrina a la cama, últimamente le preocupaba las raras reacciones de Mery, repentinamente actuaba de mala gana, muchas veces grito a su hija y hasta intento golpearla, eso sin contar que en los últimos días pasaba horas en la casa de muñecas y no le permitía a Catrina entrar, amaba a su esposa al igual que su hija, tomo una difícil decisión, tal vez a Mery no le agradaría pero el próximo sábado irían juntos a un psicólogo que analizará su inusual comportamiento, aunque para Mery no había un mañana, la hora llegaba y era el momento de actuar, espero en la casa de muñecas a que Stanley acostara a Catrina en el cuarto y se marchara al suyo, fue hasta la cocina y sigilosamente se dirigió a la habitación de su hija quien ya dormía, se acercó a ella y le estampo un beso en la frente, no comprendió porque una lagrima rodaba por su mejilla, al parecer su instinto de madre por mas perdido en el fondo de su alma que pareciera, salía a flote pero solo por un instante, se encontraba ahí por un motivo y no dejaría que la muerte la engañara, si podía tomar la forma de una anciana también lo haría haciéndose pasar por una niña, al menos eso pensaba ella, en la cocina tomo un cuchillo que ahora sujetaba fuertemente, llena de odio estaba decidida apuñalar a Catrina, sin embargo su hija despertó, notando a su madre armada con un gran cuchillo, del susto soltó un tremendo grito que alerto a Stanley,  Mery se abalanzo sobre ella y aunque la niña intento defenderse no consiguió evitar que su mama la apuñalara una vez, Stanley irrumpió en la habitación y al ver lo que pasaba ataco a Mery lanzando un golpe que le tumbo el cuchillo y comenzó una batalla campal, mientras la niña lloraba gravemente en la cama sus padres luchaban uno contra el otro, Mery en el suelo forcejeando contra su marido sintió un pánico absoluto cuando vio como los ojos de Stanley brillaban tan rojos como los de la muerte, saco fuerzas de donde no las tenía, parecía poseída por un poder más grande, desquiciada por tanta repulsión acumulada contra la muerte en las ultimas semana, le dio una patada a Stanley zafándose de él, teniendo tiempo para recoger el cuchillo y apuñalar a su amado esposo una y otra vez sin descanso, arrebatando su vida, para después terminar su misión, le dio vida a la muerte trayendo al mundo a la niña que era su recipiente y ella misma la eliminaría, no valieron los gritos de su hija, que toda ensangrentada le suplicaba detenerse, Mery cerro sus ojos y empezó apuñalar a Catrina al tiempo que recordaba todas y cada una de las personas que asesino solo para mantener con vida a la muerte.

Cinco años han pasado desde que la ciudad despertó en medio de una tragedia, la policía arrestó a una esposa aparentemente normal, profesional y admirada por muchos, que en medio de un ataque de locura cegó la vida de su esposo y la de su inocente hija de 10 años, Mery paga condena en un manicomio para reclusos con problemas mentales, entre 4 paredes sigue encerrada tan lunática como el primer día, no para de gritar que la muerte la asecha que esta con ella en todas partes y que al salir de allí matara a todos los de ojos rojos. Mery aun no ha entendido la verdad, esos ojos rojos como la sangre que están siempre acompañándola en la habitación, la mirada de la muerte que sigue atormentándola, reflejada en todas partes, tan solo aguarda el momento indicado para entregarle la carga de su labor, la muerte estaba cansada de tantos siglos haciendo el trabajo sucios y su tiempo había pasado, debía buscar un alma que descubriera en su instinto, la capacidad de oler en la gente el aroma de la muerte, sabiendo quien y cuando debían morir, la hija de Mery y el trato de por medio suelo fueron la prueba de una presencia más antigua que el principio de los tiempos que por fin encontró una sucesora, Mery creía haber escogido a cada una de sus víctimas al azar, pero sin darse cuenta el olor de la muerte que desprendían todos los que mato, fue lo que la guío hasta ellos, el día en que Mery vuelva a mirarse al espejo, vera sus ojos rojos como la sangre, con una llama ardiente en su mirada, entonces comprenderá que se ha convertido en el nuevo ángel de la muerte.

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