La
bonita y dulce vida de los Foster parecía una historia feliz sacada de un
cuento de hadas. Marlene y Stuart, eran una joven pareja de recién casados, con
futuros prometedores. Los 2 primeros años en la relación transcurrieron de una
forma plena y mágica, viviendo su idilio de amor. Para el otoño de ese mismo
año, a los pocos meses del aniversario, una noticia inesperada los sorprendió,
la bendición de la concepción tocó su puerta y por partida doble, Marlene se
encontraba en estado, a la espera de
gemelas.
Los
siguientes meses fueron llenos de alegría y mucha emoción en la familia, todos
anhelaban con ansias la llegada de las gemelas Mariana y Scarleth. Un sábado
común se convirtió en día de júbilo, Marlene rompía fuente, las niñas por fin decidían
ver la luz de un mundo que las esperaba con los brazos abiertos. La belleza de
sus bebes cautivaba a primera vista, a medida que los días avanzaban su encanto
parecía ir en aumento al igual que la felicidad de sus orgullosos padres que recibían
a 2 maravillosos regalos de Dios.
6
años pasaron en un abrir y cerrar de ojos, Mariana y Scarleth se volvieron un
par de niñas hermosas. El tiempo de la escuela ha llegado, las gemelas deben
cruzar la avenida cada mañana para asistir al colegio, Marlene con sumo cuidado
se encarga de llevar a sus hijas tomadas de la mano, es una carretera muy
peligrosa, por lo que tienen prohibido cruzar solas. Sin embargo ese martes a
las 7:00 am, la tragedia con sus garras inescrupulosas, rondaba en la esquina, acechando con descaro
sin que nadie lo imaginara. Su madre había logrado establecer un estatus profesional,
convirtiéndose en una reconocida abogada de talla internacional, el trabajo por
más que lo evitará copaba su tiempo, caminaba junto a las niñas en dirección a
la escuela, pero una llamada importante la distrajo, al jefe le urgía verla de
inmediato en el bufete, Marlene se entretuvo en el teléfono y por un momento se
olvidó de las niñas, fue los gritos de la gente lo que llamo su atención, un
espantoso accidente acababa de ocurrir, con profundo pánico se percató que sus
hijas no estaban junto a ella, entonces corrió de prisa a mirar entre la
curiosa multitud que se acercaban para ver lo que sucedía, el celular cayó al
suelo y luego Marlene le siguió, quería morirse, si la tierra podía tragársela
ojalá lo hiciera en ese instante, sus ojos ahogados en lágrimas observaron cómo
Mariana y Scarleth yacían tiradas en la calle, un camión las atropelló a mitad
de la avenida, las gemelas desobedecieron a su madre que por estar al teléfono
no se dio cuenta cuando las niñas quisieron atravesar la carretera, fue en vano
todo lo que chófer del tráiler intento para esquivar a las pequeñas, el impacto
fulminante les arrebató la vida a las dos.
La
amarga tragedia marco su matrimonio y a toda la familia, pero sobre todo a
Marlene quien no podía superar esa irreparable pérdida, la imagen de sus hijas
ensangrentadas en medio de la calle no la dejaba conciliar el sueño, el
recuerdo de las gemelas estaba presente a sol y sombra, podía verlas a donde quiera
iba, las le niñas gritaban, reprochando siempre que por su culpa estaban
muertas, mientras una enorme cantidad de sangre comenzaba a salir de sus bocas.
Cuando
Marlene se hallaba al borde de la locura y el matrimonio casi colapsaba, el
tiempo fue el único consuelo para apaciguar la tristeza, 3 años después de
perder a sus hijas, el destino les obsequio una razón para volver a sonreír,
Marlene una vez más estaba embarazada de gemelas.
Aunque
había superado las horribles visiones que la aquejaban, nunca olvidaría a sus
niñas. Tras la llegada de Yuvana y Juliana las otras gemelas, la vida de
Marlene podría acomodarse de nuevo, sin embargo cada día que pasaba las
pequeñas tenían un parecido abrumador a sus hijas muertas, para sus padres era
una tortura ver el parecido a sus hermanas, pero eso sólo les recordaba el
doloroso pasado y los hacia caer en cuenta de que debían proteger a las niñas
de todo mal. Cuando cumplieron 6 años Yuvana y Juliana eran una copia al carbón
de Mariana y Scarleth, algo que a veces atemorizaba un tanto a su madre, porque
su peor temor era no poder proteger a las gemelas.
Un
sábado por la tarde, las niñas jugaban en el patio, Marlene preparaba la cena
sin perderlas de vista ni un segundo, el teléfono de la sala sonó
insistentemente haciendo que Marlene dejará de lado la comida para atender, al
concluir la llamada, regresó de inmediato a la cocina, sus ojos lucieron desorbitados
de pánico, cuando miro por la ventana que las gemelas ya no estaban, angustiada
salió a la calle gritando el nombre de las niñas de forma reiterada, para su
alivio se encontraban paradas a un lado de la carretera, a Marlene le fue
inevitable soltar el llanto ante lo preocupada que estuvo. Abrazo a las niñas
que miraban fijamente la calle, su mama inquieta les pedía que jamás salieran
solas a la avenida.
– Tranquila
mami, no íbamos cruzar, tan sólo queríamos saber dónde morimos.
Esa
respuesta la dejó helada, los ojos de las gemelas empezaron a derramar sangre,
sus pulcros vestidos se cubrieron de tierra y asfalto y las manos de Marlene
fueron salpicadas por la sangre de las pequeñas, de repente se vio rodeada por
las miradas de la gente, quienes apreciaban su dolor, una pobre madre cargando
a sus niñas muertas, su realidad se
desplomó como un cristal roto en mil pedazos, su mente mezclaba los recuerdos
del pasado con una vida ficticia que ella misma en su cabeza se inventó.
Perder
a sus hijas fue algo que no pudo superar, Marlene terminó desquiciada entre
cuatro paredes sintiendo la gran culpa, por no cuidar a Mariana y Scarleth,
aunque nunca está sola, las gemelas siempre la acompañan.
Sigue asi ... cada vez avanzas mas ...
ResponderEliminarIncreible post, muchisima suerte y a seguir adelante. Mejorando dia a dia
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