Añoraba
más que nada en el mundo unas nuevas zapatillas de ballet, cuantas ganas tenía
de comprarse otro par, las suyas ya lucían viejas y un tanto desgastadas, pero
las prestaciones económicas de su familia se lo impedían y Amy sabía
perfectamente que si de verdad las quería, solo ella con su esfuerzo podría
obtenerlas, por eso cada tarde al salir de la escuela iba a la tienda de su
maestra Nohelia, quien se ofreció a darle algo de dinero, a cambio Amy se encargaría
de mantener limpio y ordenado los estantes de su pequeño negocio de
antigüedades. Desde niña amo el ballet, en el baile se sentía como pez en el
agua, poder bailar para Amy, era motivo de alegría, cada vez que bailaba lograba
expresar miles de sentimientos en un simple movimiento, aunque sus padres no
contaban con grandes recursos, se las ingeniaron para que Amy estudiara ballet,
cada sábado asistía a sus clases, destacando del resto gracias al talento
inigualable que poseía, todos decían que verla bailar era casi como presenciar
la dulce danza de un ángel. El mayor sueño de Amy siempre había sido
protagonizar algún día, el lago de los cisnes, quizás su camino seria largo y
difícil, aunque no se daría por vencida hasta alcanzar su meta, contar con unas
buenas zapatillas le garantizaban un mejor desenvolvimiento en el escenario, por
eso trabajaría duro para recolectar el dinero indicado, que le permitiera comprar
esas zapatillas anheladas.
Llevaba
dos semanas en la tienda de su querida maestra, ciertamente no era un lugar que
recibiera muchas visitas al día, pero Amy se sentía muy animada de saber que
allí podría sumar un dinero extra que le sería de gran ayuda, un jueves por la
tarde, Nohelia debió salir hacer unas cosas en la calle y Amy quedo a cargo de
la tienda, todo marchaba normal, como siempre nadie iba por ahí, sin embargo
aquel día fue la excepción, un señor de grandes bigotes tocaba a la puerta,
traía una entrega para Nohelia, debía ser el paquete que le menciono el lunes
pasado, donde recibiría algunas antigüedades, que por fin llegaba. El hombre
acomodo la caja en el sitio que la chica le indico y luego se marchó, Amy en su
deber de empleada y también por cierta curiosidad se apresuró abrir el empaque,
lo que fuera lo colocaría en uno de los estantes vacíos y así cuando Nohelia
regresara le agradaría ver todo organizado, al principio solo vio reliquias sin
importancia, varios espejos, candelabros y una vieja lámpara de mesa, sin
embargo lo que encontró en el fondo de la caja fue lo que la dejo embelesada,
se trataba de unas hermosas zapatillas de ballet rosadas, se veían como nuevas,
aunque claramente debían ser muy antiguas.
Tratándose
de otra cosa lo primero que Amy fuese hecho, es acomodarlas junto a las demás
antigüedades, pero no con unas zapatillas tan perfectas, como iba a dejarlas
puestas en un rincón donde nadie las mirara, cuando podía bailar con ellas y
mostrarle su encanto al mundo. Había algo más en esas zapatillas que Amy no
percibía, era como una fuerza de atracción que la hipnotizaba, aunque estaba
mal lo que haría, busco la lista que detallaba lo que el paquete contenía y
borro todo rastro de las zapatillas, si alguien merecía ser su dueña era ella,
cuando Nohelia volvió se mostró muy satisfecha con el trabajo de Amy al
observar todo muy bien ordenado y ni siquiera tuvo la mínima idea de que algo
faltaba. Esa noche la gigante emoción de Amy no la dejaba dormir, ansiaba que
llegara el sábado para utilizar por primera vez sus nuevas zapatillas.
Justo
cuando estaba por bailar ese sábado en la escuela, sus ojos casi se inundan de
lágrimas al apreciar un detalle que no vio antes, quedo tan enamorada de
aquellas zapatillas que ni noto que eran de un número mayor, ella se negaba a creer
que no pudiera usarlas, así que decidió ponérselas aun cuando eran una talla
más grande, sin embargo para sorpresa suya y como por arte de magia, las
zapatillas se adaptaron al tamaño de su pie, es como si tuvieran vida propia,
pero tanto era su deseo de bailar con ellas que ignoro por completo ese
increíble suceso que a cualquiera asustaría.
Amy
siempre fue excelente bailarina, aunque ahora parecía haber alcanzado la
perfección, Diana su profesora de ballet miraba todo con orgullo, cada paso en
el escenario, su ritmo de baile y esa estupenda capacidad para aprender casi de
inmediato cualquier coreografía, con solo 17 años Amy se había convertido en
una bailarina profesional y sus actuaciones así lo demostraban.
El
tiempo fue pasando y el éxito llego a su vida, presentaciones por doquier aquí
y allá, los aplausos y la admiración de la gente se hicieron costumbre, pero lo que nadie apreciaba era el cambio
radical que Amy empezaba a tener, la bondad de sus ojos comenzó a cambiar por
una mirada fría y algo perdida, poco a poco Amy se volvía una bailarina
compulsiva, a todas horas y sin importar el lugar su zapatillas no la
abandonaban, muchas veces cuando se miró al espejo sintió que su reflejo se
movía por sí solo, una extraña sensación de inquietud la fue invadiendo, sin
embargo ella opto por callarse todo lo que ocurría y vivir en secreto su agonía,
aunque se encontrara sola podría jurar que alguien más la acompañaba, algunas
noches despertaba con la inmensa necesidad de colocarse las zapatillas a plena
madrugada, su voluntad cedía más y más ante el llamado de esas cosas que le
robaban la alegría de su corazón, su vida alcanzo el estrellato y la fama pero
con ello también conoció el calvario a flor de piel.
Su
sueño finalmente se cumplía, la oportunidad de protagonizar el lago de los
Cisnes llego y nada podría empañarle eso, los días previos al evento, Amy mostró haber rebasado el límite de la cordura,
no comió y tampoco dormía, tan solo se dedicó a bailar sin parar, muchos
intentaron que entrara en razón pero nada logro hacer que dejara de ensayar una
y otra vez. Sábado por la noche, el día esperado por todos, sus familiares y
más cercanos amigos asistieron a presenciar el estreno de su ballet. Durante el
desarrollo del espectáculo las cosas no podían ir mejor, los asistentes
quedaban atrapados ante la magistral presentación de Amy, era una diosa sobre
el escenario, ella bailaba entregada a su público, pero más que eso había otra
cosa que la impulsaba a bailar, esas zapatillas tenían el control no solo de
sus pies sino que también se apoderaron de sus pensamientos, el show casi
terminaba sin embargo nada lograba satisfacer el deseo de Amy quien continuo
bailando aun cuando debió detenerse, el público contemplaba aquello como si
fuese parte del espectáculo, pero para Amy se trataba de algo más, tanto bailo
en las últimas semanas que sus piernas eran quienes recibieron la peor parte,
cuando su equipo de baile noto que Amy se hallaba fuera de control quisieron
detenerla, sin embargo nadie pudo conseguirlo, una fuerza más allá de todos la
hacía seguir, bailo y bailo por horas hasta que sus pies comenzaron a sangrar,
la gente estaba preocupada, su madre le gritaba que se detuviera, pero sus ojos
parecían fuera de órbita, no había poder sobre la tierra que la pudiese
contener, Amy solo escuchaba a sus zapatillas que la incitaban a bailar, giro y
dio movimientos acompasados hasta que el ritmo de su corazón se detuvo, en
aquel escenario Amy cayó al piso muerta ante la mirada perpleja de miles de
personas.
El
alboroto y los gritos de desespero inundaron el teatro, Nohelia quien fue a ver
el acto de su adorada ex alumna y empleada, no daba crédito a lo que veía, en
ese instante observo por primera vez las zapatillas que Amy usaba con
detenimiento, entre lágrimas reconoció algo familiar en ellas, esas zapatillas
eran idénticas a las que durante años fueron motivo de temor en tierras
balcánicas, los croatas, polacos y serbios, las llamaban las zapatillas del
demonio, aseguraban que su portadora terminaba consumida por el espíritu que
las habitaba, pero era una locura por varios meses ella espero que las trajeran
a su tienda de antigüedades y nunca llegaron, ¡a menos que!…
Nohelia
sintió una culpa terrible sino fuese sido por ella esas cosas nunca habrían
caído en las manos de Amy, sin embargo ya era demasiado tarde para lamentos, lo
único que podía hacer es recogerlas y guardarlas donde nadie jamás las volviera
a ver, cuando los paramédicos se llevaron el cuerpo de Amy las Zapatillas
quedaron tiradas en el suelo, Nohelia aprovecho para intentar recogerlas en
medio de la multitud, pero en un mínimo descuido desaparecieron sin dejar
rastro, Nohelia suspiro derrotada, sabía que la historia se repetiría de nuevo,
tan solo encomendó a Dios el alma de la pobre mujer que tuviera en sus manos, las zapatillas del demonio.
Saludos querido lector, espero tus comentarios y opiniones y que me digas que te parece esta y las demás historias.
ResponderEliminarAbrazate al Miedo.
Ola. Primero que nada SALudos. Me encanta esa es historia la verdad que tienes un grandísimo talento para relatar cosas de miedo me gusta mucho no solo este sino los otros también te felicito y desde ya aquí en Colombia tienes una admiradora. Besos!
ResponderEliminarHola Eliana. Un gusto leer tu comentario. Que bueno ver tu opinión y saber que te agrada mis relatos. Saludos desde venezuela.
ResponderEliminarMuy interesante la historia y la narrativa. Felicidades!!!
ResponderEliminarChamo tienes mucho talento me gustaron tus historias, esta de las zapatillas me imagine estando en el lugar, sigue asi felicitaciones!
ResponderEliminarCapitanCapitan muchas gracias por tu opinión y que bueno que te agrade la narrativa esa es la idea que pueda entenderse la historia y agradar al lector. Nos estamos leyendo.
ResponderEliminarGracias Amigo Raku 525 siempre es bueno saber que quien lee las historias imaginé lo que cuento porque de eso se trata que pueda transmitir una sensación de realidad. Espero seguir contando con tus comentarios y lectura. Saludos!.
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