sábado, 19 de marzo de 2016

Atrapado en mi Cuerpo


Desperté esa madrugada sintiendo que el aire me faltaba, es como si mis pulmones no me proveían oxígeno, todo me daba vueltas y hasta podría jurar que había algo sujetando mis pies, no sé si fue real o una pesadilla, lo único cierto es que desde aquella noche mi razón juega a engañarme, los malévolos sueño se repiten todas las noches y esa terrible sensación en mi pecho con la que despierto, sintiendo que me falta la respiración y la duda maliciosa que me deja esa pregunta, si realmente lo soñé o aquello de veras sucedía, que diablos pasa, ya ni dormir tranquilo puedo, lograr conciliar el sueño se convirtió en mi más grande travesía.
Me llamo Richard aunque todos suelen decirme Ritchie, jamás he sido el chico popular ni el galán de la escuela, pero ciertamente no puedo quejarme, tengo a mi lado a una bella mujer, mi amada Valentina, daría lo que fuera por ella, siempre dispuesta a quererme en las buenas y las malas, es mi apoyo, mi mejor amiga y también mi aliada. Como olvidar la primera vez que la vi sentada en el parque y yo pasaba por ahí, de idiota camine mientras contemplaba su hermosura y no deje de hacerlo hasta chocar con un poste, tal vez no era mi día, sin embargo se transformó en mi mejor accidente, mientras todos los demás se reían de mí, Valentina corrió ayudarme, de la forma más inesperada entro a mi vida y se volvió mi mundo.
Cuando esas horrendas pesadillas me atacan por las noches, ella no sale de mi mente, es lo único que me mantiene tranquilo, ni en mis sueños me abandona. Ayer abrí mis ojos y algo me estaba mirando, sé que había alguien allí, un olor putrefacto llenaba mi alcoba, quería vomitar pero no pude, quise también gritar y tampoco tuve fuerzas para hacerlo, sus ojos brillaban como dos luceros endemoniados, yacía a un lado de la cama, no se si velaba mi sueños o me asechaba en la oscuridad de la habitación, entonces desperté. ¡Rayos! Estoy enloqueciendo, otra vez volví a soñar, aunque me repito que solo son pesadillas, en el fondo sigo sin encontrar la calma, me inunda el desosiego y la vos en mi cabeza que me dice que nada anda bien.
El cumpleaños de Valentina llego, ese día reinaba el regocijo, baile y bebidas por doquier, yo me olvide de todo lo demás, el resto del mundo dejo de importarme, tan solo deseaba celebrar junto al amor de mi vida sus 22 primaveras, pero creo que se me fue la mano y tome más de la cuenta, caí rendido en un sueño profundo. No sé en qué momento me llevaron al cuarto de Truman, el hermano menor de Valentina, al parecer dormía a mi lado porque podía sentir su respiración, lo que no entendía es por qué los ronquidos se oían como los gruñidos de algún animal, intente moverme para acomodar su cabeza para que cesaran sus tremendos alaridos, sin embargo no pude moverme, ni mis manos ni mi cuerpo reaccionaban, me encontraba paralizado por completo, en aquel instante me sentí prisionero en mi propio cuerpo, aunque nada me sorprendió más que ver al que hasta ese momento creí era mi cuñado, colocarse encima de mí, ¿mis ojos me engañaban?, o de verdad tenía un encuentro cara a cara con el diablo, esos ojos infernales fueron los mismos que noche a noche me vigilaban entre las sombras, poso sus garras en mi pecho y comenzó aruñar mi camisa, sintiendo como la tela se desgarraba al igual que mi piel, en medio de un dolor agonizante yo permanecía inmóvil como piedra, no era capaz de emitir sonidos ni mover musculo alguno. Su aliento podrido me revolvía el estómago, clavo su mirada del averno en mis pobres ojos inertes, aunque tenía total control de mis pensamientos nada podría hacer ante esa cosa siniestra que disfrutaba la tortura que le impartía a mi cuerpo.
Lo siguiente que recuerdo es despertar bruscamente en otro lugar, rodeado por espectros grotescos quienes parados alrededor de la cama me miraban como buitres, parecían querer lo mismo, sus manos si es que así podía llamárseles a los huesos ensangrentados que tenían, deseaban sujetarme y sabe Dios qué harían después, la carne de sus rostros era espantosa y lucia en descomposición, algunos sin ojos y otros con enormes dientes destrozados, solo una vos angelical me saco del trance en que me hallaba, Valentina la luz de mis ojos volvía a iluminarme, rescatándome del infierno.
Un médico la acompañaba, quien me explico lo que según el ocurría, yo padecía de una enfermedad sorprendente pero común, el trastorno del sueño aislado. Quien la sufre mantiene plena conciencia para pensar, sin embargo permanece incapacitado físicamente, padeciendo tales episodios en los momentos previos a dormir o a la hora de despertarse. Para el doctor esa fue la explicación a todos mis males, era normal que tuviese ciertas alucinaciones y hasta imaginara presencias paranormales, sufriendo de aquel trastorno. Para mí las palabras de mi abuela cuando niño nunca fueron más claras, en sus creencias esotéricas siempre decía que los espíritus malignos, las llamadas almas condenadas del infierno nunca descansan en paz, que vagan por el mundo terrenal en busca de recipientes a los cuales poseer, robando el cuerpo de los débiles de mente y apoderándose de ellos.

Para la ciencia mi problema es una enfermedad en la que literalmente estoy despierto, aunque mi cerebro sigue sumergido en el sueño. Lo que ellos nunca entenderán es que soy víctima de mis propios sueños, sé que esas criaturas demoníacas esperan por mí, mi cuerpo es su anhelo y aguardan sigilosamente en las tinieblas, esperando el minuto preciso en que sea más vulnerable, cuando me encuentre vagando en un estado de limbo. Mi maldita disfunción cerebral es mi peor enemiga, nunca podré sacar de mi cabeza la hambrienta mirada del demonio, la próxima noche sé que ahí estará, paciente como siempre, esperando que mis episodios de vigilia se repitan y ansioso saltara sobre mí, aunque pueda abrir los ojos y mirarlo directo a los suyos, mi parálisis corporal me dejara nuevamente a su merced. Si vuelvo a sufrir uno de esos ataques de trastorno del sueño, quizás sueñe que morí o tal vez mientras duerma moriré.

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