martes, 29 de marzo de 2016

La Última Foto de Zacarías


Su cámara no paraba de capturar imágenes, tomando fotos aquí y allá, entre el cielo azul y el ancho mar, aquel paisaje que le rodeaba lucia verdaderamente hermoso. 3 días pasaron desde que zarpo las aguas en busca de paisajes sin iguales, para que perduraran por siempre en una simple foto, llenando la vista de sus admiradores. La nueva colección de fotografías reuniría lo mejor de la naturaleza en el mundo. Zacarías Scott, un fotógrafo apasionado por el trabajo y casado con la lente de su cámara, llevaba a cabo su labor completamente solo, en las montañas, islas desiertas y lugares remotos, siempre vivía en contacto directo con la naturaleza.
Esta vez Zacarías se dirigía a una isla cerca del pacifico, donde podría fotografiar, el espectacular ambiente paradisíaco y un sinfín de animales de distintas razas y especies que habitaban allí. Con las provisiones pertinentes y el equipo necesario para poder trabajar sin problemas, después de navegar unos días consiguió recalar en la isla que sería escenario para la sesión fotográfica. Sus ojos quedaban maravillados con tanta belleza natural, el tiempo que pasaría en la isla sí que valdría la pena, luego de un breve recorrido por los alrededores del lugar y unas cuantas fotos, decidió empezar de lleno su trabajo y adentrarse en la isla.
Tucanes, ñandús, aves de todo tipo y colores, monos capuchinos, koalas y perezas, eran parte de la fauna que observaba en medio de la caminata. Se detuvo a tomar un par de fotografías, estaba tan concentrado en que quedaran perfectas, que se olvidaba de todo lo demás, entonces noto una sombra peculiar que se mecía sobre los árboles, pero cuando miro arriba no había nada ya, debían ser los monos que paseaban de una rama a otra, eso pensó y continuo en lo suyo, sin embargo al cabo de un rato, una sombra quizás más grande que la anterior volvía a interrumpirle, pasando muy rápido detrás suyo, lo que fuera iba a toda velocidad, aunque lo único que a él le preocupaba es que se hiciera de noche y no poder seguir recopilando el espectáculo de flora y vida salvaje del que ahora disfrutaba, por ello se apresuró para seguir recorriendo y fotografiando todo sin fijarse en aquello.
Cuando llego la noche, fue momento de encontrar un buen sitio donde montar su carpa y por fin descansar, el trajín del día lo hizo dormirse enseguida, pero su sueño tranquilo fue desplazado a mitad de la noche, por ruidos extraños de varios animales, encendió una lámpara para alumbrar y echar un vistazo, aunque no alcanzo a ver nada entre la maleza, sin embargo al apagar la luz los mismos ruidos se repitieron pero en esta ocasión parecían más cerca que antes. Zacarías estaba más que acostumbrado a los lugares solitarios y a las noches sombrías, era un hombre que no temía a nada porque en nada creía, para él lo único real en el mundo es lo que podía apreciar, lo demás eran cuentos de caminos y muchas falsas historias de cosas sobrenaturales, por lo que esos ruidos no lo desvelarían.
Al día siguiente despertó con ganas y afán de ir un poco más allá, camino tramo abajo por un riachuelo de aguas cristalinas que lo condujo a una cueva repleta de insectos y murciélagos que a su llegada formaron un tremendo aleteo y volaron lejos de ahí. En las paredes de la cueva habían montones de jeroglíficos y figuras abstractas que cualquiera diría que fueron hechas con sangre, su pequeña suposición tal vez no era muy errónea, casi se le salen los ojos de la impresión con el deshuesadero que tenía frente a él, cráneos y restos humanos yacían en el fondo de la cueva. Casi por instinto salió huyendo de la cueva y corrió sin detenerse hasta sentir que se quedaba sin fuerzas. De repente se dio cuenta que se alejó más de lo debido y quiso regresar, pero el sol parecía ocultarse, aunque seguía siendo de día, fue allí que pudo fijarse en las sombras que iban y venían en lo alto de los árboles, es como si giraran en torno a él, por primera vez Zacarías se sintió un tanto desesperado, comenzó a mirar algo desorientado, viendo como las plantas y todo alrededor le daba vueltas, tenía la sensación que lo observaban de todas partes y en medio de su descontrol acciono sin querer la cámara, tomándose el mismo una foto, aquella destellante luz del flash pareció sacarle del trance, porque logró reaccionar y mantener la compostura, entonces pudo apelar a su temple de acero y correr hacia el lado norte de la isla, sin embargo por más que avanzaba, las sombras tenebrosas le seguían la pista, no había manera de que lo abandonaran, pero Zacarías no se detuvo hasta desmoronarse producto del gran esfuerzo físico en su fallido intento de huida, la cámara cayó a un lado mientras su cuerpo inconsciente quedo tirado en el suelo.
Zacarías despertó fatigado y sintiendo dolores terribles en su pierna derecha y parte del abdomen, cuando abrió los ojos se halló dentro de la cueva en la que estuvo antes, una fogata se encontraba encendida y unas criaturas danzaban en círculos, que cosas más feas bailaban frente a él, de dientes dañados, la piel era oscura, quizás por barro o pintura, todos tenían un solo ojo y una cabeza  puntiaguda, con orejas grandes y cuerpos flacos, en las manos cada uno contaba con una garra afilada encima de la muñeca, al estilo de los dinosaurios carnívoros, Zacarías termino llorando preso del pánico más grande que pudiera imaginar, tantas veces se decía así mismo lo valiente que era, pero por dentro solo se trataba de un cobarde presumido y muy tarde vino a descubrirlo, la sorpresa más grande de su vida, fue ver que en la fogata una pierna humana daba vueltas sobre el fuego,  por fin comprendió que compartiría el desenlace cruel de esa gente, cuyos huesos descansaban en la cueva, su pierna derecha fue amputada y la carne del abdomen rebanada como un filete de carne cualquiera, a eso debía el agónico dolor, en ese instante recordó con impotencia que si tan solo fuese aceptado que otras personas lo acompañaran en su expedición no terminaría como alimento de esas cosas grotescas que habitan la isla. Una de las criaturas se acercó hasta él, alzo la mano y apunto su garra a la cabeza de Zacarías como si de una lanza se tratara, las lágrimas corrían por su mejilla y cerró sus ojos sabiendo el destino que se avecinaba.

El día pautado el yate encargado de recogerlo desembarco en la isla, pero no hubo rastro de Zacarías, empezando una búsqueda que perduró día y noche por más de una semana, pero el resultado fue el mismo, lo único que pudieron localizar fue la cámara que siempre lo acompañaba, era como si la isla se lo hubiese tragado, durante su estancia allí, nadie llegó a notar que siempre fueron vigilados desde arriba de los árboles.
Hoy a miles de kilómetros de la isla y casi un año después de su inexplicable desaparición, en la galería de arte los seguidores de Zacarías miran con melancolía las últimas fotografías que fueron tomadas por su cámara, la que más llama la atención de todas, es una auto foto de Zacarías Scott que muestra unas irregulares sombras junto a él, como si alguien o algo se movía rápidamente al momento de tomarla, creando una especie de figuras oscuras en la imagen, para los expertos simplemente es un efecto causado por los rayos solares que se colaban entre los árboles, ojala el fotógrafo pueda volver algún día y contar su propia versión de los hechos, es el deseo compartido de los más fieles admiradores, que aún siguen buscando respuestas en la última foto de Zacarías.

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