Hanna
vago durante horas por aquel bosque tenebroso que parecía sacado del peor
cuento de terror, los árboles habían perdido el verdor, solamente sus ojos
miel, esos labios pintados de rojo carmesí y su risada cabellera rojiza eran
los únicos matices coloridos que destacaban entre las tétricas sombras de un
bosque decadente y teñido por completo de negro. No tenía idea de cómo llego
hasta allí, tan solo despertó en medio de una lluvia de cenizas, Anastasia su
querida madre debía estar en casa muy preocupada esperando su regreso, todo
esto pensaba mientras seguía rondando por los alrededores de ese bosque gris que
se mostraba desolado, aunque luego de tanto caminar, a lo lejos se podía
escuchar un sollozo, sin dudas alguien lloraba, ella siguió la pista del llanto
dirigiéndose al sitio de dónde provenía el sonido, para su sorpresa vio que se
trataba de una niña pequeña, sentada al pie de un árbol, con la mirada puesta
al cielo lloraba sin parar, observando fijamente las pocas nubes grises regadas
en el firmamento, sus lágrimas eran una clara señal de que algo le aquejaba
profundamente.
Lilly
era el nombre de la niña, quien al ver a la pelirroja pareció tomar un respiro,
al igual que Hanna tampoco supo cómo fue a parar al bosque, el desespero le
ganaba y rompió en llanto cuando se creyó completamente sola en ese sitio
sombrío, hasta que Hanna apareció, esa fue la primera vez en su vida que se
veían, Lilly era una infante de 9 años y ella tenía 23, sin embargo lo más
llamativo para ambas fue el hecho de que Lilly era Rusa, aunque por fortuna sus
padres la llevaban a clases de inglés y así podía comunicarse fácilmente con
Hanna, nacida en México pero con residencia en Brooklyn New York, no existían razones lógicas para que dos personas separadas por una distancia tan lejana,
con edades y culturas distintas terminaran en el mismo lugar apartado del
mundo, sin recordar nada.
La
noche empezó a caer silenciosa y oscura, Hanna abrazaba a Lilly que después de
mucho llorar por fin dormía, sin embargo ella no podría conciliar el sueño así
de fácil, con todas las dudas y cosas que se paseaban por su cabeza, de repente
un extraño ruido comenzó a oírse, eran como pesadas cadenas que sonaban
arrastradas por la fuerza de alguien o de algo que las halaba a su paso, cada
vez el sonido iba en aumento, despertando a Lilly temerosa al escuchar el
escándalo, lo que fuera se acercaba en dirección a ellas. En ese instante dos
tipos salieron de los arbustos, un hombre joven y otro entrado en años, corrían
desesperados, al tiempo que el sonido de las cadenas se aproximaba más y más,
cuando vieron a la mujer con la niña les gritaron que huyeran, Hanna y Lilly no
sabían que hacer, su mejor alternativa fue seguir a esos hombres.
Su
respiración entre cortada y los pasos cada vez más lentos denotaban
agotamiento, el precio de avanzar tan rápido empezaba a pasarles factura, pero
todos corrieron con aplomo y sin detenerse hasta que pudieron alejarse del
espantoso sonido de esas cadenas que les seguían el rastro. Hanna quiso saber
si alguno de los sujetos podría decirle donde estaban, pero ni Bruno el hombre
joven y tampoco Didier el tipo de más edad podían darle esa respuesta, al igual
que ella y Lilly ambos venían de diferentes partes, Bruno era Brasilero y
Didier un Sudafricano que emigro muy joven a España. ¡Que locura! cuatro
personas que pertenecían a lugares remotos entre si y aun sin embargo se
hallaban en el mismo bosque misterioso que parecía haberse quedado sin colores,
todo allí lucia sin vida, sin encanto, las ramas de los árboles secos y la
tierra manchada de gris con cenizas por doquier cayendo del cielo. Cuando
pensaron que podían descansar un poco, el aullido de un lobo les erizo la piel,
el canto de la bestia hacía pensar que se encontraba a gran distancia de la
roca donde ellos reposaban, sin embargo el zumbido de la brisa helada, vino
acompañada por la criatura que casi de manera súbita aparecía en escena como
traída por el viento, lo último que Didier sintió fue el ardiente aliento de la
muerte respirar en su nuca, Lilly, Hanna y Bruno presenciaron estupefactos,
como el animal abría su gigantesca boca, tragándose casi por completo la cabeza
del pobre hombre que no tuvo ni tiempo a parpadear.
Aunque
morían de miedo, el instinto de supervivencia los hizo seguir, Bruno cargo en
sus brazos a Lilly y corrieron hacia lo más alto del bosque, por suerte el sol
estaba por salir y después del banquete que la bestia se daría con los restos
de Didier quizás no tendrían que preocuparse por la criatura en el resto del
día. Subieron al cerro más elevado del bosque, Hanna trataba de controlarse
para que la niña no entrara en pánico, no quería que Lilly volviera a llorar.
Bruno trato por un momento de analizar cómo llegaron ahí, explicando que lo último que recordaba es estar
cumpliendo su deber en las calles de Rio donde era el brazo de la ley, luego
despertó en el bosque, Hanna por su parte viajaba en bus de regreso a México donde su madre Anastasia la esperaba y Lilly les contó que jugaba a los columpios con una de sus amigas y ya después se vio sola en ese horrible sitio,
finalmente en el caso de Didier según lo que el propio hombre le había contado
a Bruno en los matorrales, repartía pizzas en Madrid antes de terminar en el
bosque.
El
sol salió y con ello la vista era mejor, pudieron ubicarse y buscar un punto
por donde salir de aquel maldito bosque, Bruno localizo una colina a unos ocho
o diez kilómetros de allí, estaban cansados pero debían dirigirse hasta allá,
una vez que subieran esa colina podrían salir del bosque y pedir ayuda, sin
embargo no todo era tan fácil como pintaba, nuevamente el mismo ruido siniestro
de las cadenas comenzó a acecharlos, esa
cosa se acerba a ellos y esta vez se movía más rápido, Bruno sabía que no lo
lograrían, se detuvo bajando a Lilly y les dijo.
– ¡Corran! – Grito Bruno –
sin importar lo que suceda no se detengan hasta llegar a la colina, (hizo una
pausa, respiro hondo y siguió diciendo), mientras tanto yo esperare a que eso
llegue aquí e intentare hacerle frente.
Hanna
resignada ante las palabras de Bruno tomo a Lilly y continúo su carrera,
mientras Bruno aguardaba impaciente con un tronco seco en las manos, siendo la
única arma improvisada que tenía a su alcance. Por primera vez pudo ver con su
ojos a eso que le temían, no sabía cómo describir lo que veía, unas grandes
cadenas enrolladas en su cuello, ese monstruo tenía un cuerpo tremendo, unos
pies gigantes y garras que sujetaban una enorme lanza ensangrentada, tantos
hombres fuertes y despiadados que había enfrentado en su larga carrera de
policía, pero nada se comparaba a su nuevo rival, que con un solo manotazo lo
arrojo contra unos árboles, llevaba puesto una especie de túnica como la de los
frailes y la capucha le cubría la cara, sin embargo alcanzo a ver su cara al
tiempo que la lanza de la criatura le atravesaba el pecho, ya entendía porque
ocultaba su rostro, con una cara desfigurada y así de fea cualquiera lo haría,
Bruno murió con una sonrisa de burla mirando fijamente a los ojos destrozados
de su verdugo.
El
grito desgarrador de Bruno se oyó perfectamente, Hanna supo enseguida cuál
había sido su destino, aunque siguió avanzando como él les dijo junto a Lilly
que estaba horrorizada de terror. Sin embargo después de eso las cadenas
dejaron de oírse, por fin luego de sentir que se quedaban sin fuerzas llegaron
a la colina, pero solo para darse cuenta de la terrible realidad, sin importar
cuanto corrieran el resultado sería igual, ese bosque no tenía fin, la colina
les mostraba una extensa zona de bosque, cubierto de un paisaje sin colores que
se alargaba más allá de lo que su vista alcanzaba a mirar.
En
el cuarto de un hospital Anastasia la madre de Hanna llora desconsolada, 3
meses han pasado desde el accidente de su hija y aún sigue en coma manteniendo
una lucha entre la vida y la muerte. Al igual que ella, en Rusia cada mañana
los padres de Lilly ruegan a Dios para que su niña despierte, ya son 5 meses
los que lleva sumergida en el coma que le produjo el fuerte golpe en la cabeza
al caerse del columpio en que jugaba. Lo que nadie sabe es que mientras sus
cuerpos yacen dormidos y postrados en la cama, sus espíritus abandonan el lecho
cayendo presos en el mundo espiritual de los eternos dormidos. Si algo les
sucede allí también morirán en la tierra, triste destino de Didier que paso
meses en un coma producto de ser arrollado por un camión mientras repartía
pizzas, para terminar muriendo de un paro fulminante en el hospital de Madrid,
aunque realmente su alma fue devorada por una bestia fantasmal y lo mismo que
Bruno el implacable policía de Rio de Janeiro, un tiro en la cabeza lo mando
directo a un coma mortal que al final de cuentas mato a su alma en las garras
del cazador de sueños.
El
diagnostico de Hanna y Lilly es casi idéntico, los médicos no saben a ciencia
cierta si volverán a despertar, todos dicen que solo un milagro puede
regresarlas, pero ninguno imagina la verdad, lo cierto es que solo depende de ambas,
si alguna vez logran salir del bosque que perdió los colores, entonces podrán
mirar de nuevo el arcoíris de la vida.
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