Todos
hablaban de cómo sería el grandioso espectáculo, ansiosos esperaban la única
función del recién llegado circo de las almas, las entradas se agotaron en
menos de una hora, afortunadamente Christian y Valéry tuvieron la oportunidad
de comprar las suyas. Sería la mejor noche de todas, en compañía de sus mejores
amigos Julia y Morgan, quienes corrieron con la misma suerte de adquirir a
tiempo sus boletos. Reinaba el entusiasmo, por primera vez en su pequeño pueblo
habría un evento tan grande, aquel gigantesco circo tenía por costumbre, recorrer
el mundo yendo a distintos pueblos donde compartían su arte en un show de una noche,
al otro día partirían en busca de su siguiente parada.
En
cuestión de minutos la carpa se colmó de gente, por fin el show debía comenzar,
el presentador tenía un aspecto un tanto grotesco, un hombre obeso semi
desnudo, con largos ojos y montones de alhajas en su cuerpo, fue el encargado
de presentar el primer acto con un tono de vos juguetón al puro estilo de los
payasos. Valéry aplaudía sin parar, emocionada al ver unos majestuosos tigres
de bengala hacer aparición. Christian miraba atento como las bestias sucumbían
ante el encanto de su domador, un tipo robusto y de aspecto temible. Mientras
una enana de prominentes dientes se asomaba al escenario montando un gran
monociclo y un par de trapecistas con el rostro desfigurado se balanceaban en
las alturas como jugando en un columpio, Morgan notando esa cierta peculiaridad
en la apariencia de los integrantes del circo, comenzaba a sentir un
desasosiego difícil de explicar, en vez de agradarle el show que veía es como
si los artistas desprendían un aire irracional que le causaba terror. A medida
que cada acto arrancaba el sentimiento de Morgan parecía hacerse viral en los
asistentes, que seguían aplaudiendo por mero compromiso, el hombre sin cabeza lucía
tan real o la mujer marchita que llevaba en su cuerpo cientos de clavos
enterrados en la piel, más que una atracción la noche empezaba a ser pavorosa,
muchos espectadores cansados de presenciar aquello, se levantaban de sus
asientos con la intención de marcharse, Valéry y Julia ya no sentían ganas de
seguir ahí, cuando las dos parejas decidieron abandonar el circo, se dieron
cuenta que nadie aun salía, la puerta principal se hallaba cerrada al igual que
las otras salidas. En ese preciso momento el grotesco presentador volvía
aparecer, su vos ya no era tan amigable como antes, con una risa cínica y
burlona, anunciaba que el verdadero show daría inicio, les daba la bienvenida a
todos, agradeciendo su presencia y porque alimentarían a las almas malditas del
circo.
Justo entonces, los alaridos de la gente por
una de las tribunas llamaron la atención de Christian y los demás, viendo como
los tigres de bengala se abalanzaban sobre la gente atacando a las personas que
corrían intentando huir, los gritos inundaban el lugar, Christian y Morgan
intentaron forzar la puerta desesperados junto a un grupo de hombres, pero la
mujer marchita los interrumpió sacando clavos de su piel y lanzándolos como
flechas contra ellos, varios sujetos caían al suelo heridos por los clavos que
se metían en su cuerpo, Julia y Valéry en medio del alboroto halaron a sus
esposos y corrieron a otra de las gradas. Por otro lado el domador de tigres
usaba su látigo para azotar a muchos y tumbarlos al suelo, mientras la enana
del monociclo los esperaba para clavar sus tremendos colmillos en el cuello, succionando
hasta la última gota de sangre, el hombre sin cabeza armado con un machete
decapitaba a todo el que podía, tomaba la cabeza de su víctima de turno y la
colocaba encima, como probándose prendas en una tienda de modas, aunque ninguna
lograba satisfacerlo porque continuaba su tarea. Varias personas desesperadas
saltaron al centro del escenario queriendo hacer algo al respecto, la mayoría
terminaban capturados por los trapecistas de rostros desfigurados que de un
lado a otro se mecían por los aires tomando personas, para después con una fuerza
sobrenatural partirlos en pedazos, haciendo que la sangre lloviera por doquier
en la carpa.
La supuesta noche divertida se convirtió en
una masacre total, las pocas personas
que quedaban con vida fueron agrupándose, buscando refugio entre todos, las
mujeres gritaban y los niños lloraban sin control, el hombre gordo de aspecto
grotesco era un caníbal, caminaba por el círculo del escenario masticando un
pedazo de carne, la pierna de una pobre mujer muerta, montado sobre un caballo
negro que cada vez que relinchaba votaba fuego por la boca.
La gente sentía repulsión y pánico frente a
lo que veían sus ojos, Christian abrazaba a su aterrorizada esposa Valéry, lo
mismo que Morgan hacía con Julia, al tiempo que cruzaban miradas entre ambos,
pero ninguno sabia como podrían zafarse de algo que lucía tan terriblemente
mal, sin embargo las cosas se ponían aun peor, los cuerpos de la gente que
murieron a manos de la enana empezaban a reanimarse, es como si volvían a la
vida, podía vérseles unos dientes agudos y afilados igual que los de la pequeña
mujer, como una manada de lobos salvajes miraban a los sobrevivientes, que se
refugiaban en la tribuna más alta, aunque solo les basto un salto para quedar
parados en los mismos escalones, empezando su propia masacre, Christian y
Morgan protegerían a sus esposas sin importar el precio, las cargaron en sus
brazos y hábilmente utilizaron los barrotes de las escaleras para deslizarse
hasta abajo, seguidos por algunos hombres y mujeres que pudieron escapar de los
sedientos de sangre, sin embargo es donde menos estarían a salvo, el domador de
tigres, el hombre sin cabeza y todos los demás les esperaban allí.
Se protegerían unos a otros, pero sin que
tuvieran chance a reaccionar Morgan fue sujetado por el látigo del domador, cayendo
de rodillas al piso, al mismo momento en que uno de los trapecistas apareció de
la nada llevándose a su esposa Julia frente a sus ojos y desmembrándola en el
aire sin que pudiera evitarlo, Morgan siguió siendo presionado por el látigo del
domador hasta quitarle la vida, para que el caníbal gordo se alimentara de él.
Los tigres de bengala bajaron de las
tribunas, su color blanco y las rayas negras se habían esfumado, producto del
festín que se dieron, sus cuerpos se pintaron de color rojo con tanta sangre
derramada, pero su instinto de comida seguía intacto, entre las bestias y la
mujer marchita con sus clavos se encargaron del resto de los sobrevivientes, por
su parte Christian fue una víctima más del hombre sin cabeza, dejando a Valéry
como la última persona que quedo en pie, su llanto y sus gritos no cesaban, las
piernas le temblaban como gelatina y casi podía sentir que su corazón se salía
del pecho, como describir el terror tan profundo que la invadía, tan solo
esperaba su final, viendo como todos se acercaban al unísono, sin saber cuál de
esos monstruos se encargaría de ella. Su agónica espera acabo cuando un golpe
en la cabeza la mando al suelo, lo único que sintió es como unos colmillos se
hundían en su cuello chupando su sangre y apagando con cada gota su vida.
–. ¡Que sueño más horrible y extraño!
–Exclamo Valéry–.
Al despertar de aquella larga pesadilla que
pareció tan real, aunque todo estaba en penumbras, intento mover sus manos pero
algo las sujetaba, por suerte alcanzo a distinguir en la oscuridad a su esposo
Christian que entraba al cuarto, le pidió que encendiera la luz, casi se muere
de impresión con lo que vio, sus manos estaban amarradas a la cama, Christian
permanecía de espaldas a ella, tan solo veía su largo cabello rubio, le exigió
una explicación lógica que la hiciera entender porque se encontraba esposada,
sin embargo al verlo de frente, volvió a sentir aquel mismo terror que la
invadió al verse rodeada por los monstruos del circo. Ese tipo sin dudas no era
su esposo, se trataba del hombre sin cabeza, solo que ya tenía una, al parecer
la cabeza de Christian término siendo lo que el espectro buscaba. Entre tanto
desespero noto que algo molestaba su boca, llevo sus manos hasta ella, tocando
un par de enormes colmillos que sobresalían de los labios, por primera vez noto
que la habitación se movía, se encontraba en un tren en movimiento que se
desplazaba a algún lugar, el hombre con la cabeza de su esposo la libero,
entregándole una copa llena de sangre fresca, en su interior una sed voraz
supero cualquier repulsión que pudiera sentir, todo fue real, nada había sido
un sueño, ese tren transportaba al circo y a todas sus criaturas de la noche,
por fin lo entendió mientras bebía su copa sangrienta, se había convertido en
una de ellos, una integrante más del circo de las almas malditas, que ahora se
dirigía rumbo a otro pueblo…
¡TEN CUIDADO DONDE VIVES, EL PRÓXIMO PUEBLO
PODRÍA SER EL TUYO!
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